viernes, 25 de septiembre de 2015

Codicia insana.

Llueve, las gotas golpean el cristal con violencia y el parque se va cubriendo con un manto de hojas amarillentas, Alice mira por la ventana y se abriga con un chal para protegerse del frío de esa tarde tan desapacible. En un momento su mirada se cruza con la de un joven que la observa parado en la calle, empapándose hasta los huesos y con una sonrisa forzada en el rostro.
Al principio no lo reconoce, no puede ser, él está muerto, ella misma vio como le disparaban y caía abatido, entonces se fija en sus profundos ojos verdes, esos en los que se perdió tantas veces mientras hacían el amor y no le cabe la menor duda, es él, James, aquel que le prometió amor eterno, que la protegería siempre, aquel que la abandonó una calurosa noche de verano cuando salían de un hotel y un desconocido le disparó en el pecho mientras otro la cogía a ella y la metía con violencia en una furgoneta.
Aun recordaba los días que pasó llorando semiinconsciente encerrada en una habitación húmeda, fría sin ventanas y sin contacto con el exterior y como apareció después de un tiempo que no podría determinar, en medio de un descampado, descalza y con una venda en los ojos, cuando consiguió orientarse anduvo sin rumbo hasta que vislumbró los faros de un coche, se dirigió hacia la carretera y un coche con una pareja mayor la recogió y la llevó a la comisaría más cercana.
Las luces amarillentas conferían un retrato en blanco y negro en su memoria, sobre lo ocurrido en la sala donde habló con los inspectores, allí le explicaron que su marido había puesto una denuncia por desaparición hacia dos meses y que aunque habían seguido varias líneas de investigación, no encontraron ningún hilo del que tirar.
Descubrieron que mantenía una relación con un chico más joven y que en los últimos meses antes del secuestro se había comportado de una manera extraña, y una noche sin más se perdió su rastro.
En un primer momento sospecharon de su esposo, tenía un motivo y pensaron que podía ser un  tema de celos, pero cuando comprobaron su coartada de aquella noche vieron que era sólida y que él se encontraba a mil kilómetros de donde sucedió todo.
Ahora que ella había aparecido, esperaban que pudiera explicarles algo que aclarara lo sucedido.
El inspector Logan le ofreció un café y pospuso su interrogatorio hasta que la examinara un médico y determinara si se encontraba bien.
Una joven policía la acompañó al hospital y la esperó a la puerta de la habitación mientras el médico comprobaba sus constantes y le hacía un examen exhaustivo, cuando terminó le dijo que debía permanecer en observación hasta que tuvieran los resultados de las pruebas.
Le dieron un sedante para que descansara y cuando sentía que los ojos se le cerraban, la puerta de la habitación se abrió y apareció Robert, la preocupación y las ojeras se reflejaban en su rostro y sus ojos grises se habían vuelto sombríos, entonces se acercó a ella y abrazándola rompió a llorar sin poder contener toda la pena que había sufrido durante su ausencia. Lo último que recordaba era abandonarse al sueño mientras las manos de su marido le acariciaban la cara dulcemente.
Despertó bien entrada la mañana y comprobó que Robert había pasado la noche en el sillón, en ese momento dormía y con el cabello revuelto había vuelto la serenidad a su rostro, incluso parecía más joven, casi un chiquillo después de la angustia sufrida y la impotencia por no saber dónde encontrarla.

En aquel preciso instante entraron en la habitación el doctor que la había examinado la noche anterior y unos detectives, Robert se despertó sobresaltado y después de disculparse entró en el baño.
Se presentaron y así supo que ella, era la detective Helen, y su compañero, un imberbe con cara angelical era Brandon, un joven agente que permanecía en silencio, oyendo las preguntas que Helen le hacía y tomando nota de todas las respuestas.
Cuando terminó el interrogatorio no habían sacado casi ninguna conclusión, su relato era incoherente y no consiguieron que recordarse nada relevante de su secuestrador , sólo que era un hombre joven de unos treinta años, con gafas, pelo largo y castaño, pero que no podría asegurar si estaba disfrazado. Siempre se portó correctamente con ella, la alimentaba bien, y procuraba que estuviera cómoda, incluso pudo observar que era un hombre culto por su manera de hablar. Pero lo cierto es que su mente estaba llena de lagunas, había muchas cosas que no recordaba, y otras volvían como un destello que la hacían tambalearse y la despistaban aún más, recordaba jarrones de rosas, velas y la cama vestida con sábanas de raso. Dos cuerpos sudorosos entrelazados y dos bocas buscándose con avidez, entonces de pronto todo se volvía negro y confuso y volvía  a ver la habitación sin ventanas, con humedad y las lágrimas cayendo sin pausa por su rostro.
¡Dios mío! ¿Qué le había pasado, porque no podía recordar?
Los detectives se despidieron y quedaron en volver cuando ya se encontrara en un entorno más seguro para seguir con las preguntas, antes de que se marcharan les preguntó por James, que sabían de él. Le dijeron que se encontraba bien y que el detective Logan se pasaría a explicarle lo que había averiguado.
Cuando salieron, el doctor se acercó a ella y le dijo, Alice tengo que comunicarte que en general tu estado de salud es bastante bueno, sólo hemos encontrado algo que quizás sea una sorpresa para ti. Estás embarazada, según las pruebas de unas doce semanas.
Alice lo miró sin verlo y una carcajada rompió el silencio de la habitación, eso no puede ser posible, yo soy estéril, hace años quise tener hijos con mi esposo y después de muchas pruebas, nos comunicaron que el problema era mío y que no tenía solución, lo único que podríamos hacer era adoptar.
Pues me gustaría ver esos informes Alice porque las pruebas no mienten y usted está embarazada, es más vamos a volver hacerle una ecografía y usted misma podrá comprobar que lo que le estoy diciendo es cierto.
Robert que había permanecido en silencio y en un segundo plano, se acercó a la cama con el rostro totalmente lívido y dijo que eso no era posible, y que necesitaba irse para poder aclarar sus ideas. La besó en la frente y se marchó ante la estupefacción del médico.
Después de ver con sus propios ojos a su pequeño en la ecografía y escuchar el bombeo de su corazón, una dulce calma se apoderó de ella, como si ese niño estuviera ahí para darle ánimos y que nunca estuviera sola, en ese momento sintió que todo había pasado por algo y que al final merecería la pena.

Pasada una semana el médico decidió darle el alta y volvió con Robert a su casa, todo parecía como si se hubiera parado en el tiempo, habían cambiado de estación y en su hogar todavía estaban colocadas las cortinas, las sabanas y la colcha de verano, como si nadie hubiera vivido allí en esos meses en los que ella no estuvo.
Aquella misma mañana recibió la visita del inspector Logan mientras Robert se encontraba en el trabajo.
Tomaron una taza de café y le confirmó lo que le habían dicho los otros agentes, James se encontraba bien, los había ayudado en la investigación y se había recuperado sin problemas de su herida de bala, por suerte la herida fue superficial. Los había puesto al día de la relación que mantenían y de que estaban planeando irse a vivir juntos cuando ella se divorciara de su marido.
De pronto aquella noche en la que decidieron que todo acabaría al día siguiente, el organizó una velada maravillosa, ordenó que llenaran la habitación de rosas rojas, sus preferidas y le regaló un anillo, luego al salir a la calle, dos individuos se acercaron a ellos, uno disparó a James y otro le puso una mano en la boca, mientras notaba que perdía la consciencia y lo demás no lo recordaba.

Pero, ¿cómo era posible que en los días que llevaba en casa James no se hubiera puesto en contacto con ella?
El inspector le contó que lo tenía prohibido, para no interferir en la investigación, había algo turbio y que no lograban desentrañar y era preferible que él no influyera en sus recuerdos, aunque la otra tarde no había podido resistirse y se había presentado en su edificio para conseguir verla, fue entonces cuando ella lo vio a través de la ventana.
Tenía que tener cuidado y si recordaba algo llamarlo de inmediato, su instinto le decía que estaba en peligro, y que su secuestrador no se encontraba lejos.
Además la fortuna que había dejado su padre al morir, la editorial, el periódico y todas las propiedades eran un motivo más que suficiente para querer hacer que desapareciera, se despidió y cuando cerró la puerta, un escalofrío recorrió su espalda, pensó en Tom, su hermano, aún no había acudido a verla y aunque Robert lo había disculpado diciendo que se encontraba en un viaje de trabajo, algo no encajaba.
Pasaron los días y no lograba entender que le pasaba, pero estaba segura de que algo que tenía que ver con su marido no estaba bien,  James no le había comentado nada del embarazo, es más hacía como si no existiese evitaba hablar incluso de sus pensamientos, de sus sentimientos durante el secuestro, el silencio se había establecido entre ellos de una manera extraña.
Ahora que lo pensaba, Tom y James se habían vuelto inseparables casi desde que se conocieron, y más desde la muerte de su padre.
Cuando descubrieron que tenían problemas para poder ser padres, fue el mismo Tom el que les recomendó la clínica de un amigo, especializada en casos de fertilidad. Cínica poco fiable por lo que había podido constatar con la noticia de su embarazo.
Decidió salir a dar un paseo para poner en orden sus ideas y sus pasos la llevaron hasta un parque cercano, se sentó en un banco a contemplar el paisaje de tonos amarillentos y marrones que lo envolvía todo, notó que alguien le tocaba el hombro y al darse la vuelta, se perdió en la profunda mirada de James, se levantó y se lanzó a sus brazos como si fueran un salvavidas, hundió la cabeza en su cuello y aspiró ese olor tan conocido que la volvía loca.
- Lo siento cariño sé que no debería estar aquí, pero no podía más, he pensado volverme loco todo este tiempo sin saber de ti, y luego cuando me dijeron que habías aparecido sana y salva pero que no podía ponerme en contacto contigo fue demasiado, necesitaba sentirte, oír tu voz y saber que de verdad te encontrabas bien.
- Te amo Alice, te amo como nunca he amado a nadie.
Se encontraban con las manos entrelazadas cuando recibió la llamada del inspector Logan, era preciso que acudiera a la comisaría tenía que comunicarle algo muy importante.

James la acompañó en su coche, cuando entraron en el despacho del inspector Logan, observaron una sonrisa cómplice.
Pasen por favor, ya veo señor James que no ha hecho mucho caso de mis consejos, pero bueno vayamos a lo que nos ocupa, por lo que la he hecho venir Alice.
-¿Es cierto que su padre dispuso una cláusula en su testamento que el primer nieto recibiría todas las acciones de la editorial?
- Sí, pero no entiendo que tiene eso que ver con mi secuestro.
Ahora mismo paso a explicárselo, su marido y su hermano han estado juntos desde siempre, construyeron un plan para hacerle creer que era estéril, sobornaron al doctor Peter Smith para que falsificara sus informes, así desistiría de tener hijos, mientras su hermano intentaría embaucar a alguna incauta y dejarla embarazada para poder quedarse con la editorial, y además seguir viviendo una doble vida como hasta ahora.
¿Una doble vida, no le entiendo? ¿Con quién?  
Siento ser tan claro, pero no tengo más remedio que decírselo, su marido y su hermano son amantes desde antes de que ustedes se casaran, pero como sabían que su padre lo desheredaría, planearon que se casara con usted para poder seguir juntos en la sombra y sin levantar sospechas.
Acabamos de detenerlos como cómplices de secuestro, la secuestraron para que acabara su relación con James, pero no contaron con errar el disparo, por eso al no saberse nada de él decidieron que había pasado el peligro y que podían soltarla, sin sospechar ni por un momento que usted ya se encontraba  embarazada y que daría al traste con sus planes.
Todo se ha acabado Alice.
Gracias inspector por todo, creo que tardaré mucho tiempo en intentar comprender esto, sobre todo la traición de mi hermano, por un dinero que no me importaba en absoluto.
James la cogió por los hombros y le susurró, no te preocupes cariño, estoy seguro que entre nuestro hijo y yo haremos que todo sea más fácil.



                         

jueves, 10 de septiembre de 2015

La Casa de los Tilos

Alice era redactora de el periódico  Boston Herald, tenía treinta y dos años y su vida se reducía a un trabajo que le apasionaba, tenía una columna semanal sobre moda, cultura  y eventos en la ciudad. 
Conocía a mucha gente del mundillo, pero en la actualidad no mantenía ninguna relación seria, de vez en cuando algo de sexo con algún compañero o incluso con algún desconocido pero nada más.
En el mes de noviembre, su redactor jefe la sorprendió encargándole un reportaje sobre una ciudad cercana, quería un artículo sobre hechos acontecidos a primeros del siglo  XX  por lo visto en aquella época se sucedieron varios sucesos extraños relacionados con una antigua casa de reposo.
El lunes cogió su coche y se dispuso a recorrer las veinte millas que la separaban de la ciudad de  Lexington, un atractivo y pintoresco pueblo con históricas casas y tabernas, reservó una habitación en un hotel céntrico, se dirigió a la Biblioteca pública para buscar información sobre una casa de reposo abierta en mil novecientos veinte llamada" Casa de los Tilos".
Miró en la hemeroteca y encontró alguna información inconclusa sobre algunos hechos acontecidos en dicha casa de reposo, como la desaparición de una joven pintora llamada Ingrid, la muerte en extrañas circunstancias de un joven de familia bien llamado Charles, y el repentino cierre de dicha casa a finales de mil novecientos cincuenta y cinco, cuando hubo una huida masiva de internos y el asesinato de varias enfermeras de la clínica, nunca se encontraron a los culpables y hoy en día el caso estaba aún sin resolver.
Salió de la biblioteca confundida por lo que había encontrado, pensaba que la historia no sería tan interesante, pero intuía que si lograba tirar del hilo adecuado la historia se complicaría y tardaría más de lo que hubiera imaginado en un principio en resolver tantos cabos sueltos.
Entró en una cafetería del centro y se pidió un café, mientras se lo servían llamó con el móvil a Eric un compañero documentalista con el que se llevaba bien, para pedirle un favor, necesitaba que se pusiera en contacto con sus amigos de la policía para saber lo máximo sobre el caso abierto de "la Casa de los Tilos". Eric era hijo de un famoso inspector de Boston y conocía a un montón de compañeros de su padre, dos horas más tarde le mandó por email toda la información que había podido recabar.
Ingrid era una joven que fue ingresada por tuberculosis, en aquella época algo nada raro ya que  no era raro que  compartieran espacio los tuberculosos con los enfermos mentales en algunos de estos centros.
Fue en mil novecientos cuarenta y ocho,  cuando Ingrid que llevaba seis meses ingresada, una tarde salió a pasear por los jardines de la casa y  al anochecer se dieron cuenta de que no se encontraba en su habitación, los cuidadores se desplegaron para buscarla y al no encontrarla, dieron parte a la policía. Hubo una batida con perros, pero no lograron nada sólo encontraron su ropa ensangrentada y al registrar su habitación, unos cuadros enigmáticos en los que aparecía un hombre sin rostro, y una mujer escondida en un rincón de la habitación, lo cierto es que quien los había visto decía que resultaban aterradores.
Al año de este suceso, un joven llamado Charles que fue ingresado en la Casa de reposo por una depresión severa acompañada de varios intentos de suicidio, fue hallado muerto en su habitación, la extraña muerte aconteció una noche y a la mañana siguiente lo encontraron con los ojos ensangrentados y una expresión de horror en su cara, ningún médico fue capaz de diagnosticar la causa exacta de su muerte sólo coincidieron en concluir que parecía un ataque al corazón ocasionado por un miedo extremo. También al registrar sus pertenencias encontraron unos dibujos inquietantes de un hombre sin rostro.
Pero lo más inquietante fue el motivo que propició el cierre de dicha institución, corría el año mil novecientos cincuenta y cinco y las noticias espeluznantes de la "Casa de los Tilos", se sucedían entre los internos que habían logrado salir, y algunos trabajadores que ya no trabajaban allí, todos coincidían en la extraña figura del director, el doctor Lewis, hay quien decía que lo habían visto deambular por la noche por el centro y oído unos lastimeros gemidos a su paso, que se estaba volviendo loco porque había perdido a su esposa en un trágico accidente y su única hija había quedado desfigurada y con sus facultades mentales mermadas a consecuencia del suceso vivido. Hay quien aseguraba que era ella la que había matado a su madre, arrojándola al vacío desde un balcón de su señorial casa, cayendo ella también al jardín tras su progenitora, lo cierto es que también se encontraba ingresada en el momento en que acontecieron los hechos.
El trece de Abril, las puertas de hierro de la casa de reposo fueron encontradas abiertas de par en par por los enfermeros que se incorporaban a su trabajo, y el espectáculo que presenciaron fue espeluznante y demoledor, en la entrada encontraron a dos cuidadoras asesinadas a puñaladas en su gran charco de sangre, y al entrar al pabellón de las habitaciones de los internos, descubrieron que por lo menos cinco de ellos habían desaparecido, entre ellos la hija del doctor Lewis, Rose Mary.
Después de casi un año de búsqueda infructuosa de los internos desaparecidos, y cuando ya habían agotado casi todas las vías de investigación, decidieron cerrar el caso sin haber conseguido nada, en los informes aparecían los interrogatorios y los sospechosos del momento y como el Estado había decidido cerrar el centro a finales de ese mismo año.
Alice se sorprendió de la declaración de una trabajadora del centro que no fue tenida en cuenta, la señora Emily Strauss.
Hizo sus cuentas y calculó que ahora tendría noventa años, y decidió averiguar si seguía viva y aún residía en  Lexington. Acudió al Ayuntamiento y en el censo encontró lo que buscaba, la dirección de Emily.
A la mañana siguiente se plantó en su casa sin saber como sería recibida y si la enfermera querría hablar con ella, cuando tocó al timbre de la puerta, le abrió una señora de unos cincuenta años, era la hija de Emily, Patricia y le comunicó que su madre estaba muy mayor y que no sabría si podría ayudarle ya que a veces tenía lagunas de memoria propias de la edad. De todas formas, la invitó a entrar y la acompañó al salón donde se encontraba su madre, al entrar vislumbró la silueta de una anciana menuda y vivaracha que tejía una bufanda de lana a la luz de la ventana, se presentó y la anciana dejó a un lado la labor y la miró en silencio, luego sobresaltada, la llamó Rose Mary, algo que Alice no llegó a entender.
Patricia la dejó con su madre mientras fue a preparar un té, y entonces Emily le preguntó:  ¿ porqué has venido?, ¿Creí que no volvería a verte? ¿Vienes a llevarme contigo?
Cuando Alice se percató de que la estaba confundiendo con la hija del doctor Lewis, decidió hacerle algunas preguntas.
Emily, ¿se acuerda de lo que ocurrió en la  "Casa de los Tilos" , Emily la miró en silencio y luego le contestó con la mirada perdida en un ayer lleno de recuerdos, ¿y tú me lo preguntas?, tú estabas allí, ¿ya no recuerdas que tu padre se volvió loco cuando te vió besarte con uno de los internos y la emprendió a cuchilladas con todas las personas que  encontró a su paso. Aquello fue demasiado para él, después de años protegiéndote de tí misma de lo que le hiciste a esos desgraciados, descubrió que tu depravación no tenía límites y decidió acabar con todo.
Alice salió de allí algo desconcertada, pero con todos los datos para escribir el artículo de su vida.

                         

sábado, 5 de septiembre de 2015

El acantilado maldito

Elizabeth despertó en una habitación blanca, el silencio lo inundaba todo y cuando pretendió levantarse para mirar por la única ventana que había se dio cuenta que unas correas la sujetaban  de las manos y los pies a los barrotes de la cama.
Se le congeló la sangre, ¿qué hacía ella allí?, ¿qué era ese lugar  y quién la había llevado?. Por más que lo intentaba no lograba recordar nada, su mente era una maraña confusa, no podía centrar sus pensamientos en lo ocurrido, la boca la sentía seca y pastosa, tenía la sensación de no poder pronunciar ni una sola palabra y la cabeza le daba vueltas como si hubiese estado en una fiesta y hubiera tomado más cócteles de los que debería una señorita de su posición.
No sabría decir cuanto tiempo había pasado desde que despertó, fue entonces cuando oyó el chirrido de la puerta y como alguien descorría un cerrojo y entraba.
Un médico joven de pelo negro y ojos color avellana, la miraba sonriente, a su lado una enfermera con aspecto serio y distante la observaba con reticencia.
El médico acercó una silla a la cama y tomó asiento, entonces le preguntó:
Lady Somerset ¿cómo se encuentra? Hoy tiene mejor aspecto ¿verdad Cheryl?
sí señor, el color ha vuelto a sus mejillas y parece mucho más serena.
¿Doctor, puedo preguntarle su nombre?
Por supuesto soy el doctor Byron, ¿no se acuerda de mí?, he asistido a varias de las fiestas que ha celebrado con su esposo Lord Richard Somerset en la mansión Somerset. 
Perdone mis lagunas, pero no logro recordar nada de lo que ha pasado y por supuesto no puedo entender que hago aquí, esto debe ser un malentendido yo me encuentro perfectamente y quisiera volver a mi casa. 
¿ Y mi esposo, puede alguien decirle que me encuentro en este lugar?, por cierto ¿cómo se llama este sitio?  Si claro está en el Hospital de Bethlehem y no se preocupe su marido sabe exactamente donde se encuentra, de hecho fue él y personal de su servicio quien la trasladó aquí después de que sufriera una crisis aguda.
Ahora tranquilícese, tome la medicación que le dará la enfermera y pronto podrá estar de vuelta en su maravillosa casa. Cheryl ¿puede decirle a Thomas que venga para retirarle las correas al Lady Somerset?, no creo que sean necesarias. De acuerdo doctor, ahora mismo doy la orden.
Cuando Thomas la liberó de las correas pudo comprobar cuán doloridas tenía las manos , ¿desde cuándo llevaría allí, y que habría sucedido para terminar encerrada en un Hospital?
Thomas, ¿puedo preguntarle algo? 
-Por supuesto Milady, 
-¿sabe el tiempo que llevo aquí? Creo que una semana que fue la última que vez que yo tuve el día libre, cuándo llegué ya estaba usted internada.
-Gracias Thomas, muchas gracias.
Cuando se levantó se sentó junto a la ventana y admiró el maravilloso jardín que se veía desde allí, y sin darse cuenta se quedó dormida, así la encontró la enfermera cuando le sirvió la cena y le dio su medicación.
Tomó un poco de sopa y un té y después de comprobar que se había tomado las pastillas la dejaron acostarse, cerraron la puerta y se quedó sola con sus pensamientos. Se durmió pronto, pero a media noche la despertó un sudor frío, había estado soñando, pero no lograba acordarse de la pesadilla que la había despertado, intentó volver a dormir, pero el ruido de las puertas, y los gritos de los internos hicieron imposible que volviera a conciliar el sueño, cuando amaneció ella pudo verlo desde la ventana.
La levantaron, la ayudaron a asearse y vestirse y mas tarde la condujeron a un comedor para que desayunara, allí pudo ver por primera vez, el triste espectáculo que conformaban los internos del hospital.
Mujeres con muñecos a los que acunaban como si fueran bebés, otras pacientes sin peinar y maquilladas en exceso bailaban alrededor de una de las mesas, otras hablaban y se reían mientras aplaudían y gritaban que querían más té, y otras gimoteaban y se arrancaban los cabellos sentadas en un rincón.
Elizabeth contempló el dantesco espectáculo mientras las lágrimas asomaban a sus ojos, ¿cómo era posible que su esposo la hubiera encerrado allí?¿cuándo había traspasado la delgada línea que existía entre la cordura y la locura?
¡ Dios mío! no era posible que esto le estuviera sucediendo a ella.
Al cabo de una media hora un enfermero la acompañó al despacho del doctor Byron, cuando entró lo encontró sentado en su sillón de cuero ordenando unos papeles.
Buenos días Elizabeth, ¿cómo se ha levantado hoy?, su aspecto es realmente bueno.
Elizabeth lo miró a los ojos y descubrió una sombra en su mirada que la asustó, y al mismo instante supo que no podría fiarse de él.
Debía recordar lo sucedido para saber porque estaba allí y si no lo lograba debía encontrar a alguien que lo supiera y estuviera dispuesto a contárselo.
Pasó la mañana en una agradable sala donde podía pintar y se abandonó al color de las flores y al olor que desprendían las pinturas.
Cuando llegó la hora del almuerzo le volvieron a dar las pastillas que tanto sueño le producían y decidió engañar a la enfermera y simular que las tomaba para luego enterrarlas en una planta que había en el hall.
Los días empezaron a discurrir entre la rutina del hospital y sus recuerdos dormidos.
Uno de los días recordó al ver a una de las enfermeras, Mary una chica menuda y pecosa con una larga trenza de color rojizo a su prima Ashley  y supo a ciencia cierta que ella tenía algo que ver con la situación en la que se encontraba.
Evocó el momento exacto de su traslado a la mansión Somerset para vivir con ellos tras la muerte de su tío Staton y como siempre estuvo furiosa y enfadada con ella por la posición que había logrado y por tener un marido tan atento como Richard. Cada vez que tenía la oportunidad, coqueteaba con él sin ningún pudor, varias fueron las veces que tuvo que recriminarla por comportarse así.
Aquella noche después de la cena se durmió pronto y de madrugada la despertó una pesadilla en la que se encontraba con su prima en el acantilado de Short Bottom , discutían y se acercaban peligrosamente al borde, empezó a unirlo todo y de pronto una luz iluminó su mente y aclaró lo que había pasado.
En la última fiesta del verano, cuando entró en una de las habitaciones a recoger un libro que había prometido a Lady Charlton encontró en la biblioteca a su prima Ashley medio desnuda subida a horcajadas en su marido, ambos se quedaron mudos ante su presencia y cuando los últimos invitados se hubieron marchado, los dos por separado intentaron darle una explicación de lo ocurrido. Ella no quiso saber nada y se encerró en su alcoba a llorar la traición de la que había sido víctima.
Al amanecer se vistió sin la ayuda de su doncella y salió a dar un paseo por el acantilado, necesitaba decidir lo que iba hacer.
Durante el trayecto notó que alguien la seguía sigilosamente y cuando decidió volver su rostro para ver quien era, se encontró a su prima mirándola con desprecio.
-¡Maldita seas Elizabeth ! Te odio, te odio como no he odiado nunca a nadie, ¿porqué has tenido que estropearlo todo?
El estaba dispuesto a dejarte nos íbamos a marchar lejos de aquí y empezar una nueva vida y tú lo has arruinado todo.
Ahora tendré que solucionar el problema porque el ya no quiere saber nada más de mí, y sólo hay una cosa que puedes hacer, debes morir para que Richard y yo seamos felices de una vez por todas.
Antes de que pudiera reaccionar, Ashley se abalanzó sobre ella e intentó que se cayera por el acantilado, rodaron por el suelo y cuando pensaba que todo estaba perdido Richard apareció de la nada y machacó el cráneo de su prima con una enorme piedra.
No podía olvidar el color de la sangre en el pelo y el rostro de Ashley y pronto sintió que se desvanecía, cuando despertó se encontró en ese maldito hospital donde la había internado su marido con la ayuda del doctor Byron.
Necesitaba contarle su historia a alguien y lo más difícil, necesitaba que la creyera y la ayudara a escapar de allí, entonces viajaría a Londres y lo podría todo en conocimiento de su padre y el le ayudaría a acudir a las autoridades.
Una tarde en el jardín mientras se hacía pasar por una enferma desvalida atiborrada a pastilla vio cerca del parterre de rosas a Thomas, no sabía porque pero ese hombre le inspiraba confianza, tenía una  mirada limpia y siempre la miraba a los ojos y la trataba bien.
Se acercó a él y detrás de un árbol para no ser vista le dijo todo lo que había descubierto y que precisaba de su ayuda para poder escapar o poner al tanto de todo lo ocurrido a su padre, al final decidieron que le haría llegar papel y pluma para que pudiera escribir a su padre y  el próximo día libre que tuviera le haría llegar la carta.
Pasaron los días y una tarde mientras contemplaba la puesta de sol vio entrar a su padre con otro caballero, corrió a su encuentro y cuando la abrazó supo por fin que su pesadilla había terminado.