lunes, 30 de junio de 2014

La trama.

La cabeza le daba vueltas, no se sentía con fuerzas para asimilar todo lo que había ocurrido y decidió recostarse en el sofá, allí los recuerdos se agolparon en su mente, y pugnaron por salir y dar sentido a todo lo sucedido.
Hasta hace unos meses, su rutina giraba entorno a su trabajo, su novio, sus fiestas  y poco más.
Pero todo cambió una noche del mes de octubre, salía del trabajo derrotada después de una jornada especialmente dura, los planes de previsiones de la última campaña no terminaban de ajustarse y el cliente la llamó furioso, quería que se cumplieran los plazos y no estaba dispuesto a desembolsar ni un dólar más en la propuesta, cuando terminó de hablar con él lo había convencido de que todo se arreglaría que confiase en su equipo y en su profesionalidad, su campaña tendría prioridad absoluta.
Guardó el teléfono en el bolso y se dirigió con paso rápido hacia donde tenía estacionado el coche, fue entonces cuando escuchó una discusión entre un hombre y una mujer, él le estaba reprochando que lo hubiese engañado, que se hubiera vendido por unos miles de dólares cuando él se lo había entregado todo, la mujer rubia lloraba apoyada en la pared y de pronto sacó un arma del bolso y diciéndole lo siento, le disparó dos tiros  a bocajarro.....
Mariam solo pudo esconderse en las sombras del callejón y ver como la desconocida huía del lugar dejando el cuerpo sin vida tirado en el suelo, dominó su miedo inicial y se fue acercando poco a poco al individuo que yacía con un tiro en el pecho sobre un gran charco de sangre, se agachó para comprobar si seguía con vida, y entonces, él la agarró de la mano y le susurró un nombre y unos números, a la vez que le daba un pendrive y le pedía que tuviera cuidado y no se fiara de nadie.
Cuando logró zafarse del hombre que agonizaba, dudó en quedarse o llamar a emergencias y marcharse, lo único que necesitaba para terminar de arruinar el día era que llegara la policía y la llevaran a comisaria para prestar declaración y verse envuelta en un asunto tan desagradable, además las últimas palabras de la víctima la habían asustado, por lo que decidió  subir a su coche, llamar a emergencias y marcharse de allí lo antes posible.
Cuando llegó a su apartamento, se dio cuenta que tenía la mano manchada de sangre, se deslizó hacia el baño y antes de que Paul la viera se lavó y se echó agua en la cara para poder tranquilizarse, no quería tener que darle explicaciones a nadie, y sabía que si lo hacía, él no pararía hasta llevarla a la policía y hacerle cumplir con su deber de ciudadana.
-Hola cariño ¿cómo te fue el día?
-Estresante, estoy agotada, esta campaña me está matando sino fuera por los beneficios que nos va a reportar te digo muy enserio que la dejaría en este mismo instante, el señor Human puede llegar a ser insufrible, pero ya se sabe quien paga siempre tiene la razón.
-No te preocupes todo saldrá bien, siempre lo hace tienes un don para este negocio y los empresarios lo saben por eso confían en ti.
-Gracias amor, voy a darme un baño y ahora vuelvo y hablamos de tu libro ¿de acuerdo?
-Mientras iré preparando la cena, ¿Te apetece una ensalada?
-Eso estaría genial, y también una copa de vino blanco si no es mucho pedir.
Dejó a Paul en la cocina y mientras llenaba de agua la bañera, se desvistió, miró su reflejo en el espejo del baño y después de encender unas velas y echar un puñadito de sales, se dispuso a relajarse. Cerró los ojos pero no pudo quitarse de la cabeza la sangre de ese pobre hombre y sobre todo las palabras y los números que le había susurrado y que le martilleaban la cabeza.
- Estación norte-bulevar, 11225566, Estación norte-bulevar, 11225566,Estación norte-bulevar, 11225566,Estación norte-bulevar, 11225566.....
¡Qué demonios! tengo que relajarme o Paul notará que me pasa algo además sólo tengo que deshacerme del pendrive y todo habrá acabado, no tengo porque complicarme mirando que hay en él.
Se envolvió en un albornoz, se secó y se vistió con una camiseta y un pantalón de chándal y fue a la cocina donde la esperaba él con la mesa puesta y una copa de vino en la mano.
Disfrutaron del vino y de la cena mientras conversaban y Paul la ponía al día sobre los avances en su libro.
La trama estaba ya decidida iba a ser una novela de espías, con una narrativa ágil y fresca para que enganchara al público.
Terminaron la velada entre besos y caricias y cuando Paul estuvo dormido Mariam no pudo dejar de levantarse, encender su portátil y ver lo que encerraba el dichoso pendrive, no daba crédito a lo que veía, alguien llamado Robert Schuman acusaba en un vídeo al gobierno americano de estar involucrado en un próximo atentado contra varios presidentes iberoamericanos, si aquello se llegaba a saber se desataría una guerra sin precedentes, y guardaba las pruebas en un lugar seguro dispuestas para desvelarlas a la prensa extranjera.
Según dedujo Schuman era el hombre que asesinaron en el callejón, buscó su nombre en Internet y supo que era un  miembro relevante del FBI, y en una de las fotos aparecía con la mujer que vio en el callejón y que le disparó, era una colega de relaciones internacionales llamada Helem Marsals con una dilatada carrera diplomática y con relaciones muy importantes tanto en el gobierno como con varias embajadas extranjeras donde estuvo trabajando.
Se acostó y el sueño terminó venciéndola, cuando se levantó Paul ya había preparado el café, se duchó se vistió y salió corriendo a la oficina., antes de entrar compró el periódico y ante su sorpresa no salía ninguna noticia sobre el asesinato de la noche anterior.
Estuvo toda la mañana distraída, y cuando salía a almorzar, alguien la llamó a su móvil.
-¿Señorita Graham? ¿Es usted?
Sí dígame, ¿con quién hablo?
-Mi nombre no importa por el momento, pero busco algo que usted tiene, alguien le entregó algo en un callejón cerca de la sexta avenida, usted pasó por allí cuando no debía y necesito que me lo entregue.
-¿y si me niego?
-Yo que usted no me negaría, porque sino estaría metida en un gran problema, un problema muy feo, y no pagaría las consecuencias solo usted, sino también ese novio escritor que tiene y con el que que vive en la calle Charleston 132.
-Ahora hágame caso, la espero esta noche en el aparcamiento del hotel Victoria en la esquina de la tercera avenida con Luwing a las ocho y venga con lo que se llevó.
-Por cierto no comente esto con nadie o lo pondrá en peligro.
Mariam pasó el día nerviosa, llamó a Paul para decirle que se retrasaría que tenía una cena con unos clientes de última hora y que no la esperara despierto.
Paul le preguntó:
-¿Te pasa algo cariño? ¿Te noto preocupada?
-Oh no es nada el trabajo que se me está acumulando y a veces creo que no llegaré a tiempo, pero eso es todo te lo aseguro.
De acuerdo, te esperaré despierto, de todas formas tengo que seguir trabajando, creo que el argumento de la novela va por buen camino, no puedo dejarla ahora.
-Como tu veas, hasta luego.
Llego al aparcamiento con diez minutos de antelación, y al cabo de un rato un coche negro con los cristales tintados aparcó a su lado. Del asiento del conductor se bajó un hombre con cara de pocos amigos, con unas gafas oscuras y una gorra, ella le tendió en pendrive y el le dijo:
-Ahora será mejor que olvide todo esto cuanto antes y vuelva a su vida.
Ella no pudo respondedle, solo puso el coche en marcha y se alejó. Por el retrovisor vislumbró como el chófer abría la puerta y le daba el pen a alguien que había en la parte trasera del automóvil.
Llegó al apartamento antes de lo que pensaba y lo encontró vacío, se preparó una copa de vino y llamó a Paul por teléfono, saltó el contestador.
Mientras saboreaba el dulzor del vino, pensó si sería buena idea contactar con Susan, creyó recordar que su hermano estaba trabajando en el FBI quizás pudiera hablar con el, siempre lo consideró un buen chico, formal y muy discreto.
Sin darse cuenta se quedó dormida en el sofá y cuando Paul llegó eran casi las dos de la madrugada, la pasó a la cama y no hablaron hasta la mañana siguiente.
-¿Dónde fuiste ayer?
- Me llamó Ian a última hora tenía que hablar conmigo de la novela, necesita que la entregue para Navidad.
- ¿cómo va, has adelantado mucho?
-¿cuándo me vas a dejar leerla?
- pronto no te preocupes seguro que pronto podrás leerla y comentar que te parece.
Los días empezaron a transcurrir monótonos, hasta que una mañana notó que un hombre la seguía, desde ese momento estuvo más atenta y descubrió que alguien se había tomado la molestia de espiarla y seguirla allá donde iba, tendría que averiguar quién y porqué.
Pidió un café largo en la cafetería donde iba todos los días, y al salir tropezó con un hombre vestido con un traje negro y gafas negras,de impresionante altura, casi le tira el vaso, pero en el último minuto el extraño lo cogió al vuelo y pidiéndole disculpas se lo devolvió.
Salio a la calle decidida a comprar el periódico y sentarse en un banco a tomarse el café, eso era lo ultimo que recordaba, ahora se encontraba en una habitación lúgubre como en su sótano, tumbada en una cama y con un dolor de cabeza terrible.
-¿Pero que demonios ha pasado?
-¿Quién la había llevado allí?
No recordaba nada solo que empezó a encontrarse mal mientras estaba leyendo el periódico y nada más luego la oscuridad más absoluta.
-Desesperada empezó a gritar:
-¡Sáqueme de aquí! ¿Alguien puede oírme?
¡Socorro necesito ayuda!
En un instante un rayo de luz se coló por la puerta que empezó a entreabrirse y un hombre con una mascara entró. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando el individuo se acercó a ella y sin mediar palabra la abofeteó, cuando se recuperó del impacto entre aturdida y dolorida, notó el sabor de la sangre en sus labios y oyó la voz del secuestrador que la amenazaba con matarla si volvía a gritar.
-¿Qué quiere de mí?¿qué se propone?
- Ya lo irá averiguando querida disponemos de mucho tiempo, así que acomódese cuanto antes a su nuevo hogar y relájese se lo digo por su bien.
El sujeto salió de la habitación dejando una bandeja con comida y agua y se volvió a quedar sola en aquel tétrico lugar mientras su cabeza no dejaba de dar vueltas e intentaba encontrar un motivo para haber llegado a esta situación.
-¿A quién habría enfadado tanto para que la secuestrara?
Seguro que todo estaría relacionado con el maldito pendrive,pero no podía entenderlo, ella no le había contado nada a nadie, y lo había devuelto cuando se lo pidieron ¿porqué entonces se encontraba en este lugar?
Pensó en Paul, el se preocuparía cuando viera que no llegaba a casa y daría la voz de alarma, seguro que pronto la encontrarían mientras debía ser astuta y no enfadar a su secuestrador, e intentar conseguir la máxima información posible para poder identificarlo.
Pero los días empezaron a pasar y nadie venía a buscarla, primero pasó por un estado de conformismo y apatía, se negaba a comer y lloraba continuamente, y más tarde decidió que no podía abandonarse, debía luchar por estar lo más ágil posible para intentar escapar en cuanto tuviera ocasión, de todas formas su secuestrador no había vuelto a pegarle y si hubiera querido matarla ya lo habría hecho así que tenía que empezar a pensar con inteligencia y urdir un plan para escapar de ese encierro.
Empezó a estar atenta a los sonidos, apuntó mentalmente los horarios en que el hombre le llevaba la comida, sus rutinas y si habría algo que pudiera ayudarla a escapar.
Con los muelles del colchón, hizo una especie de pincho, y planeó el día que huiría, por lo que averiguó estaban en Navidad y a su vigilante parecía fastidiarle tener que pasar esas fechas allí, notó como se descuidaba en algunas de las rutinas diarias y una mañana cuando entró lo apuñaló con todas sus fuerzas y dejándolo allí tirado corrió hacia la salida.
Cuando estuvo en la calle paró un taxi y le pidió que la llevara a la comisaría más cercana, también le preguntó al taxista donde ese encontraban y este la informó que estaba en un barrio no muy recomendable de Nueva York.
Llegó a la comisaría y tras pagarle al taxista se dispuso a entrar, un inspector muy amable la atendió y la llevó a una habitación para tomarle declaración, por él inspector Connor supo que llevaba secuestrada dos meses y que su novio Paul había denunciado su desaparición a la semana de ocurrir.
Ella se quedó extrañada, pero no dijo nada, también le dijo que lo habían seguido porque lo consideraban sospechoso pero que no encontraron pruebas que lo incriminasen, mas allá de reunirse con su hermano, un chico con problemas que acababa de salir de un reformatorio, pero su seguimiento no produjo resultados, en todo este tiempo se había dedicado a escribir y hacía unas dos semanas que se publicó su libro y estaba siendo un éxito de ventas por lo que había oído.
Un coche patrulla la acompañó a casa y la dejó en el rellano, cuando se hubo marchado dio media vuelta y se dirigió a la estación de metro Norte-Bulevar, aun recordaba aquella combinación y el número de taquilla que había encontrado cuando buscaba información en el pendrive, quizás aquello le diera una pista.
Llegó al sitio exacto y  empezó a introducir los números de la combinación, cuando consiguió abrirla se quedó estupefacta, dentro solo había un libro, un ejemplar que se titulaba "Los ojos a veces mienten" de Paul Shorterm, era la novela de su novio, pero que hacía allí, no lograba entender nada, la cogió y se sentó en uno de los bancos de la estación a ojearla, y se quedó perpleja cuando comprobó que la trama de la novela era lo que a ella le había sucedido desde que vio aquella pareja en el callejón.
¡Dios! ¿cómo pudo ser tan ilusa, cómo no sospechó nada?
Maldito Paul ¿cómo había podido hacerle eso?
Llamó a inspector Connor  y lo puso al tanto de lo que acababa de averiguar.
Aquella misma tarde detuvieron a Paul y a su hermano Michel que fue su guardián durante el secuestro.
Una vez que estuvo en la seguridad de su apartamento, se preparó una copa de vino y lloró amargamente al comprobar  lo que un ser humano es capaz de hacer para encontrar la fama y el reconocimiento, aunque después de todo se felicitó por haber conseguido echar de su vida a un hombre que no la merecía, además el inspector Connor no estaba nada mal y ya la había llamado para invitarla a un café y para hablar.¿Quién podría decir que de todo esto no saldría al final una gran historia ?





lunes, 16 de junio de 2014

Verdades ocultas.

Habían pasado casi dos años desde que Sole tuvo que dejar el calor de su hogar en un pequeño pueblo andaluz para buscarse la vida en Madrid, recordaba el día que llegó, el cielo plomizo amenazaba lluvia y cuando bajó del tren y el viento y el frío de la capital le abofetearon la cara supo que una nueva etapa de su vida empezaba, sin el abrigo de los suyos, sin el calor de los brazos de su madre y si la complicidad de su hermana menor que se había quedado en aquella casucha de paredes encaladas y chimenea que ya empezaba a echar de menos.
Aquel día se dirigió de inmediato con una carta de recomendación que llevaba guardada a buen recaudo en el bolsillo de su viejo abrigo, a casa de los señores marqueses de Monteverde.
Se quedó boquiabierta cuando entró en el portal del edificio, fiel reflejo del neoclasicismo y pudo admirar las grandes escaleras de mármol, las lámparas de cristal y toda la opulencia que se vislumbraba nada más poner un pie allí.
La sacó de su ensimismamiento una voz amable que le preguntó:
-¿Dónde se dirige la señorita?
Se volvió toda ruborizada y se encontró frente a un señor con traje y gorra que le informó que era el portero de la finca y que se llamaba Sebastián.
Casi en un susurro le comunicó que tenía que ver a Doña Asunción, la marquesa, que traía una carta para ella y que la estaba esperando.
De acuerdo chiquilla, pero ten cuidado creo que hoy no está de muy buen humor, es el principal derecha.
Sole le dio las gracias y subió las escaleras deprisa cargando con la pequeña maleta de cartón en la que su madre con todo el amor del mundo le había puesto lo poco que tenía.
Llamó a la puerta y le abrió una señora con el pelo cano, con uniforme oscuro y cofia:
- ¿Que se le ofrece niña?
-Buenos días soy Soledad, vengo de Málaga y traigo una carta para la señora Marquesa, la está esperando.
- Dámela y espera un momento aquí mientras se la entrego.
Al cabo de un buen rato, las misma señora volvió a abrirle la puerta y la dejó pasar.
Entró con miedo y cuando llegó al salón y vio a la señora marquesa las piernas empezaron a temblarle.
- Pasa chiquilla que te vea, Sole se adelantó unos pasos y cuando estuvo frente a Doña Asunción, esta la examinó de arriba a bajo y le dijo a Adela, instala a la chica contigo y consiguele un uniforme, espero que la enseñes para que esté a la altura.
-Y respecto a tus obligaciones Adela te pondrá al día, solo espero que no tenga que arrepentirme de hacerle un favor al padre Damián.
Quiero que sepas que cuanto menos se te oiga y menos se note tu presencia mejor para todos, ¿alguna pregunta?
-No señora, y gracias haré todo lo que esté en mi mano para que sea como usted ordena. 
Adela salió del comedor y Sole la siguió en silencio, cuando llegaron a la habitación que iban a compartir, le dijo cual sería su cama y que dejara la maleta y luego lo guardaría todo, ahora había cosas que hacer en la cocina.
Habían sido meses de muchos cambios en su sencilla vida, pero pronto se acostumbró a trabajar duro y callar y bajar la mirada cuando se dirigían a ella alguno de los miembros de la familia donde servía.
La familia estaba compuesta por Doña Asunción, la marquesa, señora de misa diaria y golpes de pecho, patriota y devota de Franco y una de las personas más tiranas e insensibles que Sole se había encontrado en su corta vida, algo que pudo constatar al poco de estar viviendo en el número catorce de la calle Serrano, la doncella que servía la mesa y atendía a los invitados,Charito, sufrió una caída en plena fiesta debido a la zancadilla de una de las hijas de Doña Asunción, una niña irritante llamada Piluca, algo más pequeña que Sole y malcriada en exceso, derramando el líquido que portaban las copas que servia a los invitados.
Automáticamente doña Asunción, la llamó torpe y la despidió con cajas destempladas sin dejar que la pobre pudiera explicarle lo ocurrido.
También vivía o mejor dicho sobrevivía el señor marqués don Ernesto, hombre serio, culto y tremendamente prudente que pisaba por aquel suntuoso piso casi sin hacer ruido, como si así pudiera evitar los envites de su malhumorada esposa.
El matrimonio tenía cuatro vástagos, el señorito Carlos, estudiante calavera que más que estudiar paseaba libros y se dedicaba en cuerpo y alma a asistir a todas las fiestas que se daban en Madrid, la señorita Candela, Piluca y el más pequeño de los Monteverde, un chico llamado Nicolás, sensible y cariñoso que ponía de los nervios a su madre que veía en él un chico demasiado pusilánime para la carrera militar para la que lo tenía reservado.
Además de Adela, la cocinera con la que compartía cuarto, mujer entrada en años y sin hijos que había servido a los marqueses desde tiempos inmemorables, también pertenecían al servicio, Luisa, la nueva doncella  que fue contratada poco después de que despidieran a la pobre Charito, chica algo desvergonzada a la que había pillado en varias ocasiones dejándose hacer arrumacos por el señorito Carlos en la oscuridad del angosto pasillo de la casa, y permitiendo a éste que se metiera de vez en cuando en su dormitorio.
También servían en la casa, aunque no vivían allí, el chófer, un joven apuesto de nombre Manuel y el secretario del señor marqués, don Agustín, escribano venido a menos que se ganaba la vida escribiendo y atendiendo la correspondencia que se recibía en la casa.
Aquel verano el calor era asfixiante y todo estaba preparado para marcharse a Santander al palacete que la familia tenía allí y donde pasaban los veranos, pero el viaje se había retrasado porque la señorita Candela se había indispuesto y
el médico le había aconsejado que no sería bueno el aire húmedo del Norte.
Al final se decidió que se marcharían todos excepto Candela y Sole y que una cuñada de doña Asunción, viuda de guerra de su hermano Luis, se mudaría al piso de la calle Serrano durante el verano para cuidar de su sobrina y vigilar que todo estuviera bien, con la promesa de acompañarla ella misma al palacete si el médico así lo recomendase.
A las dos semanas de la marcha de la familia, la tía Vicenta se marchó como todos los días a misa de ocho y fue la primera vez que la señorita Candela y Sole tuvieron tiempo de hablar de forma más íntima.
Fue Candela quien inició la conversación y le preguntó a Sole,
 -¿no te sientes sola lejos de tu familia?
- Si señorita, pero a todo se acostumbra una, y el dinero que consigo ahorrar y mandarle a mi madre y a mi hermana las ayuda a sobrevivir en estos tiempos.
Que generosa eres, te admiro, yo no creo que fuese capaz, pero claro yo creo que soy capaz de bien poco.
-No diga eso señorita seguro que usted es capaz de hacer lo que se proponga.
Gracias Sole pero yo conozco mis limitaciones, y sino ya está mi madre para recordarlas a diario, que si no es bueno que pinte, que no llegaré nunca a nada, que lo que debo hacer es buscar un buen marido que como siga así me voy a quedar para vestir santos.
A veces me gustaría salir de esta casa y no volver nunca, y diciendo esto se echó a llorar desconsoladamente, Sole no sabía como consolarla y sólo se le ocurrió decirle:
- No se preocupe señorita yo estaré aquí para lo que necesite.
Al poco rato volvió doña Vicenta y tuvieron que terminar la conversación que habían iniciado, pero la complicidad se instaló entre ellas a partir de entonces y desde ese día mantenían grandes charlas a espaldas de los demás.
Una tarde en que la señora Vicenta se había recostado porque le dolía la cabeza, Candela llamó a Sole y le dijo:
¿ Y tu familia como se encuentra, están todos bien?
Bueno mi hermana se encuentra bien, la que me preocupa es mi madre que está algo delicada de salud, si sigue así tendrá que dejar de trabajar y no sé yo si les llegará con lo poco que yo les mando.
¿Y tu padre? nunca me has hablado de él.
-No señorita, no le conocí mi madre dice que murió y el que fue el segundo marido de mi madre está en la cárcel por asuntos de política así que solo las tengo a ellas.
¿ Y quién te recomendó para que vinieras a Madrid?
Fue el párroco de mi pueblo el padre Damián.
- ¡Ah Don Damián!, es un viejo amigo de la familia y tengo entendido que casi inseparable del hermano de mi madre, mi tío Julio.
Vive en Barcelona con su esposa, pero nunca tuvo hijos, creo que por eso siempre que nos vemos tiene ese semblante tan triste, es como un alma en pena, y su esposa una frívola que sólo piensa en fiestas y en viajar o eso dice mi madre.
Lo cierto es que le tengo bastante cariño, sé que estuvieron un tiempo viviendo en Andalucía, pero no sé que negocios hicieron que se trasladasen a vivir a Barcelona, creo que mi tío nunca se recuperó del traslado, dice que añoraba la paz y la tranquilidad del campo.
Los días transcurrían lentos con el calor sofocante del verano y una tarde en la que el médico aconsejó que Candela ya podía empezar a salir a la calle cuando refrescara la tía Vicenta decidió que sería buena idea dar una paseo por el Retiro y sentarse cerca del lago a tomar una limonada, además Sole las acompañaría por si  Candela se sintiese indispuesta y hubiese que avisar de nuevo al médico, así lo hicieron y pasaron una tarde agradable hasta que a Vicenta con una copita de anisete que se tomó se le soltó la lengua y pronto empezó a decir que lo de su cuñado Julio había sido una pena, tan apuesto y tan galante¿como había podido jugarse su posición por una simple criada, y encima la indecencia de dejarla preñada?
Menos mal que todo se pudo solapar cuando lo hicieron comprometerse con doña Florita, una solterona con caudales pero seca como la hierba en verano, por eso estuvo dispuesta a aguantar las habladurías de la gente del pueblo y cuando la niña creció y la situación se hizo insoportable porque se parecía mucho a su padre, decidió que lo mejor era marcharse a Barcelona, y en pocos meses lo dispusieron todo para que así fuera.
Cuando Candela empezó a preguntarle a su tía por esa niña, Vicenta calló, pues en ese mismo instante se dio cuenta de lo imprudente que había sido y de los problemas en los que se metería si su cuñada Asunción llegara a enterarse de esa conversación.
Se marcharon con rapidez del parque y no volvieron a hablar en todo el trayecto hasta la casa, pero ya había sembrado la duda en Candela, y ésta estaba dispuesta averiguar todo lo que pudiera sobre esa niña.
El verano llegó a su fin y la familia al completo regresó de su descanso estival, en la casa reinaba un caos de maletas, baúles y todo debía de ser lavado y planchado con mimo antes de guardarse, así que el trabajo mantuvo ocupada todo el día a Sole que sólo descansó un momento a la hora de la comida.
Después de varios días ajetreados mientras tomaba una achicoria en la cocina con Adela, le preguntó a esta:
-¿Puedo hacerle una pregunta Adela?
-Claro niña dime.
-¿Usted conoce al hermano de la señora Asunción, don Julio?
¿y eso porque debe interesarle Sole?
- No por nada solo que oí una conversación sobre él y que tenía una hija pero no con su esposa y me llamó la atención.
-Deja de meterte en cosas que no te interesan niña y sobre todo cuídate bien de que no llegue esto que me has contado a oídos de la señora sino pronto te verás de patitas en la calle, ¿es eso lo que quieres?
-No claro que no, perdone la indiscreción doña Adela no volverá a repetirse.
Llegó el otoño y una tarde que Luisa tenía libre y Sole hacía sus labores, llamaron a la puerta, salió solícita a abrir y cuando lo hizo se encontró con un apuesto caballero con las sienes plateadas, y unos ojos del mismo color que los suyos de un gris penetrante y cristalino.
Perdone¿ que deseaba?
El hombre se quedó sin aliento cuando la miró, pero pronto reaccionó y preguntó por la señora de la casa, le preguntó que de parte de quien y el le respondió que era su hermano Julio, entonces ella sorprendida lo acompañó al salón.
Cerró las puertas y se dirigió de nuevo a la cocina, pero aún estando allí pudo oir las voces mientras discutían y el le recriminaba a su hermana :
-¿cómo has sido capaz, sabes que es mi hija y la tratas como a una criada?
Eso es lo que es una vulgar chiquilla sin modales y sin vergüenza como la ramera de su madre, ¿ es que ya se te ha olvidado todo lo que hice por ti?
Por salvar a esta familia de la deshonra donde tu la habías llevado con tus locuras.
Además lo hice por hacerle un favor al padre Damián, o ¿crees que yo acogería de buena gana a esa hija del pecado?
Ha sido un acto de caridad cristiana, pero no te preocupes hoy mismo la echaré a la calle si es eso  lo que quieres.
Don Julio salió furioso del salón y llamó a voces a Sole.
Chica recoge tus cosas, nos vamos de esta casa para siempre, pero señor, yo no puedo irme así, necesito el dinero para mandarlo a mi casa mi madre está enferma y mi hermana es muy pequeña para trabajar.
No te preocupes yo me ocuparé de todo, mientras tanto doña Asunción con un ataque de nervios, solo lograba balbucear:
Si hija del demonio, vete de mi casa, una casa honrada donde nunca debería haber venido.
Maldita seas tú y la malnacida de tu madre.
Sole con lágrimas en los ojos cogió sus cosas y sin entender nada salió detrás de Don Julio sin saber el futuro que se cernía sobre ella y su familia.
El la acompañó hasta su casa en Málaga y no le dirigió la palabra en todo el camino, cuando llegaron su madre María los estaba esperando.
La abrazó, la tranquilizó y le pidió que entrara dentro, ella tenía que hablar con don Julio.
Lo que hablaron no lo llegó a saber nunca, su madre no se lo contó y no volvió a ver a Don Julio, pero las cosas se arreglaron en su casa, cada mes, llegaba un sobre con dinero que les permitía vivir e incluso asistir a la escuela, así fue como consiguió sacarse el título de maestra.
Y mucho después de la muerte de su madre, una tarde en la que se encontraba repasando unos examenes de sus alumnos encontró una carta que alguién había colado por debajo de la puerta. Miró la dirección sorprendida y la abrió, en ella un abogado de un prestigioso bufete de Barcelona, la citaba para el día viente de septiembre para leer un testamento del señor Don Julio Azcarate Molist, al principio pensó que era un error, pero cuando llamó por teléfono al despacho le confirmaron la información.
Aquel día amaneció con un sol brillante en Barcelona, Sole había llegado el día anterior y se había instalado en una pensión de las Ramblas, limpia y barata.
Se marchó dando un paseo y llegó a la hora prevista al despacho de Abogados, allí la hicieron pasar a un despacho donde la esperaba el señor Notario.
Cuando entró este la saludó muy amablemente y le refirió que iba a proceder a la lectura del testamento ya que no había más beneficiarios.
Así ante la sorpresa inicial pudo oír las palabras de su padre reflejadas en ese papel, en el que le pedía perdón por su cobardía cuando estuvo vivo por no haberse hecho cargo de ella ni haberse portado nunca como un verdadero padre.
En el testamento la reconocía como hija ilegítima y le concedía sus apellidos así como la hacía heredera de todas las propiedades que poseía y del dinero que guardaba en un banco de la capital.
Salió de allí con paso lento, aún no podía creerse lo que acababa de pasar de pronto tenía unos apellidos, una fortuna, podría dedicarse a lo que quisiera, viajaría le daría una vida mejor a su hermana, pero entonces las lágrimas recorrieron su rostro, unas lágrimas amargas al recordar el amor y la pena que siempre acompañaron a su madre, y se dio cuenta que ni todo el oro del mundo ni todos los apellidos ilustres juntos valían nada ante el amor incondicional de su madre y el sufrimiento que ese hombre que ahora se llamaba su padre le había hecho pasar.


                                       

lunes, 9 de junio de 2014

Días sin salida.

Mi vida se había convertido en una huida hacia adelante, nunca pensé que podría sentirme tan agobiada por las circunstancias, amanecía dudando sobre si lo estaba haciendo mal o bien y cuando pasaba el día llegaba a la conclusión de que me estaba equivocando, que no lograba hacerle entender a mi hijo, a una de las personas que más quería , que podía contar conmigo, que estaría para él siempre, mi marido tampoco supo lo que me pasaba y hasta mi matrimonio se estaba resintiendo por la falta de comunicación y la tristeza que me anulaba.
Sentía que me adentraba en un túnel sin salida, era incapaz de reaccionar, la apatía se había instalado en mí y los problemas me ahogaban hasta dejarme sin aliento.
Supongo que visto desde fuera era un problema nimio, pero siempre me había gustado llevar las riendas de la situación, adelantarme a los hechos, tenerlo todo atado y los acontecimientos se habían precipitado haciendo de mi rutina un caos, un desorden ilógico del que me estaba costando salir.

¿Cómo era posible que hubiera terminado así? me considero una mujer fuerte, luchadora y que no se rinde fácilmente. ¿Cuándo empecé a abandonarme , a llorar sin saber porqué, a dejar de lado todo lo que siempre me había interesado?
Cada noche me acompañaban a la hora de dormir mis inestimables amigas, las pastillas sin las que no podía conciliar el sueño y a pesar de todo las pesadillas acudían a mis sueños noche tras noche sin dejarme una tregua para el descanso.
Pero aunque el miedo me atenazara por momentos, cuando amanecía temía el transcurrir del día, cuando anochecía temía la oscuridad y los malos augurios que se hacían presentes en mis noches, intentaba convivir con ellos, todo se iría diluyendo y sólo quedaría un mal recuerdo, volvía a caerme y volvía  a levantarme, al fin y al cabo eso es vivir, tropezar y caerse, y levantarse con las rodillas doloridas y con esfuerzo intentar volver a andar y seguir, y no parar siempre con la mirada puesta en el horizonte, en un nuevo mañana que nos devuelva lo que fuimos, lo que se fue o lo que dejamos perder mientras los minutos, días y horas juegan en nuestra contra y nos hacen perder un tiempo maravilloso, un tiempo que se pierde irremediablemente si no hacemos nada para evitarlo, un tiempo imposible de recuperar y por el que hay que hacer el máximo esfuerzo por seguir por disfrutar, de un olor, de un abrazo de una mirada y de una sonrisa, esas pequeñas cosas que nos dan la vida y hacen que la disfrutemos sin darnos apenas cuenta.
Alguien dijo una vez que "el amor mueve el mundo", y yo puedo constatar que una madre lo pone boca abajo si hace falta.