viernes, 23 de mayo de 2014

Viaje sin retorno

Aquella lluvia mortecina del mes de abril hacía que Alex estuviera absorto en sus pensamientos y recordara perfectamente su adolescencia, el momento en que descubrió que lo único que le interesaba era desenterrar tesoros, descubrir tumbas escondidas, códigos secretos, papiros y restos de seres que habían vivido hace miles de años. Guardaba en su memoria todos los enfados de su madre pues siempre acababa lleno de tierra y barro en su búsqueda incansable de maravillas ocultas, y la expectación con la que lo escuchaba su padre cuando le relataba las mil y una aventuras que había vivido aquella tarde y que viviría cuando fuera un arqueólogo de renombre. 
Siempre había sabido que quería estudiar y obtuvo unas magníficas calificaciones que hicieron que después de haber terminado la carrera se encontrara en una excavación en Luxor, en concreto en la restauración de la tumba de Djehuty que, junto a Hery, formaban parte del grupo de altos dignatarios de la corte egipcia de Hatshepsut (la única reina-faraón de Egipto con una historia apasionante y que fue encontrada en el Valle de los Leones en el 2004.) era verano y un sol de justicia le hacía sudar copiosamente, pero aún así era feliz, era lo que siempre había deseado y cuando le concedieron esta beca supo que sería el ser más dichoso de la tierra entre restos de vasijas, muros, huesos, ritos funerarios..........
Llevaba allí dos semanas cuando se incorporó al grupo de arqueólogos Megan, una estudiante estadounidense, llamó su atención desde el principio su cuerpo espigado, sus ojos almendrados de color miel y ese pelo rojizo que dejaba escapar algún que otro rizo debajo del sombrero que la protegía del sol, desde luego no pasaba desapercibida. Era guapa y lo sabía pero también era tremendamente inteligente, desde que se instaló en el campamento se preocupó de conocer a la gente y de procurarse aliados entre los trabajadores autóctonos, sabía que en una excavación su ayuda era imprescindible así como su discreción.
Una mañana en la que Alex se encontraba clasificando unos restos encontrados el día anterior, Megan se acercó a el sigilosamente, posó sus labios en su oído y le susurró:
- Deja eso un momento y tómate un café conmigo tengo que comentarte una cosa.
Alex la miró embelesado, dejó su inventario y se fue con ella a por una taza de ese café espeso y fuerte que preparaban allí.
Se sentaron en uno de los bancos de madera que había instalado en una de las carpas que hacía de comedor, alejados de la mirada y de los oídos curiosos.
Ella le habló muy despacio:
- Alex necesito tu ayuda, ayer uno de los trabajadores egipcios me llamó casi al atardecer para enseñarme algo que había encontrado. bajé como tantas veces pero cuando llegamos a la cámara funeraria descubrimos que algo pasaba, todo estaba revuelto y la tapa del sarcófago que había descubierto estaba movida, el egipcio salió corriendo de allí y esta mañana ya no se encontraba en el campamento, seguro que ha huido, ya sabes como es esta gente con las supersticiones.
Bueno lo cierto es que yo le seguí,  pero no pude quedarme sola allí abajo y por eso necesito tu ayuda, para bajar y descubrir que hay de especial en esa cámara.
- ¿Bajarás conmigo?, no quiero advertir al director de la excavación hasta que no hayamos visto nosotros que es lo que se esconde allí, si no ya sabes, se pondrá el marcha el protocolo y no podremos ver ni hacer nada hasta que no haya pasado todo por sus manos y eso no es justo, creo que puede ser un hallazgo importante.
Debemos ser cautelosos, no entres durante el día en esa parte de la excavación, trabaja en otra área y cuando la jornada haya terminado y se retiren a descansar cogeremos unas lámparas y bajaremos a ver tu descubrimiento.
El día pasó lentamente, y ambos contaron los minutos que les faltaban para terminar la jornada y poder dedicarse a explorar la nueva cámara funeraria.
Con la puesta de sol, terminaron y después de asearse y cambiarse de ropa se sentaron con el resto de los compañeros para degustar la cena.
Cuando terminaron se retiraron a sus respectivas tiendas y cuando advirtieron que ya no había movimiento en el campamento, Alex entró en la tienda de Megan.
La encontró tumbada en la cama leyendo, cuando lo vio se levantó se colocó las botas y cogió la lampara que ya tenía preparada.
Salieron sin hacer ruido y se alejaron en dirección a la abertura de la excavación por donde debían entrar, antes de llegar se levantó una suave brisa y los dos miraron hacia el mismo lado pensando que alguien los observaba en la oscuridad, cuando comprobaron que no había nadie, se deslizaron hacia la cámara funeraria con inquietud y sigilo y cuando llegaron a ella la luz de las lámparas iluminó la estancia e hizo que las sombras del sarcófago se reflejara en el techo como un mal augurio.
El sarcófago se encontraba abierto y dentro encontraron una momia que parecía pertenecer a un varón, dentro de la cámara la decoración era suntuosa y en sus paredes se podían contemplar jeroglíficos con el nombre de Senmut, arquitecto real que construyó el templo de la reina Hatshepsut y su supuesto amante y padre de su hija Neferure.
Su amor y su lealtad hacia la primera mujer faraón fue llevada hasta el extremo pues nunca se casó ni tuvo hijos, vivió a la sombra de una gran mujer dedicándose a ensalzar sus virtudes a través del templo que creó para ella.
Alex y Megan miraban extasiados todas las maravillas que allí se acumulaban y mientras se deleitaban con las pinturas y objetos que se encontraban allí, en un rincón de la cámara encontraron una vasija que contenía una especie de medallón con un inscripción que decía:
Mi dueña siempre, mi amor eterno.
Guardaron el medallón para examinarlo más tarde y decidieron entonces salir de allí cuando ambos sintieron una brisa fría que no sabían de donde provenía y que empezó a helarles todo el cuerpo.
Salieron con rapidez y Megan decidió que era mejor ir a su tienda, entonces Alex, la siguió y pronto se encontraron los dos sentados en el jergón mirando entusiasmados el medallón y el dibujo que tenía grabado, un extraño ojo que derramaba un reguero de lágrimas de color negro.
Pasado un rato Alex se retiró a su tienda a descansar, no sin antes llevarse el medallón por petición de Megan.
A la mañana siguiente ella se levantó nerviosa y fue a buscar a su compañero para tomar un café y decidir con él que es lo que iban a hacer con su hallazgo,lo encontró pensativo y meditabundo sentado en una de las mesas del la tienda comedor y se sentó a su lado, el la miró como si no la conociera y al instante la saludó_
- Hola Megan, ¿cómo has pasado la noche? ¿Has podido conciliar el sueño?
Yo no he podido dormir , un malestar y una inquietud extraña no me ha dejado hacerlo, sentía en la oscuridad de la noche como si alguien me vigilara, lo cierto es que seguro que eran imaginaciones mías, pero te aseguro que estoy convencido de que no deberíamos haber cogido el medallón, creo que lo más apropiado es poner en conocimiento de el señor Smith, el hallazgo del sarcófago y del maldito medallón.
Megan lo tranquilizó y se ofreció a guardar ella la joya para poder estudiarla con más serenidad y ya decidirían que hacer pero el se negó y lo guardó envuelto en una fina tela de lino ella lo besó suavemente en los labios y se despidió de él para volver a retomar su trabajo.
No se vieron en todo el día, pero al caer la noche Megan se presentó en la tienda de Alex y ante la sorpresa de este, se plantó delante de él y comenzó a desnudarse despacio mientras él no daba crédito, la actitud de Megan era muy rara, tenía un brillo extraño en la mirada y no abrió la boca en ningún momento sólo lo hizo cuando se acercó a él y le dijo:
-¿No piensas desnudarte?
-Alex sabes que me gustas,¿voy a tener que pedirte que me hagas el amor?
Alex la besó apasionadamente y cuando la tuvo entre sus brazos notó su cuerpo frío como el mármol a pesar de que la noche era calurosa, la acarició lentamente y ella correspondió a sus caricias con avidez, era como si tuviera prisa por culminar, y Alex notó algo extraño en la manera que ella se comportaba, pero decidió dar rienda suelta a su deseo contenido y disfrutó del sexo desenfrenado y sin control que ella le ofrecía de forma generosa.
Cuando terminaron, Megan se vistió y salió de la tienda sin decirle ni siquiera adiós, Alex se quedó pensativo, pero el día había sido agotador y se quedó dormido casi enseguida, de madrugada se despertó con un sudor frío que le bañaba todo el cuerpo y mucha sed, se levantó y bebió agua de su cantimplora y antes de que pudiera volver a su cama cayó desplomado al suelo.
A la mañana siguiente lo encontraron sin vida y con una especie de lágrimas negras dibujadas en su espalda, nunca averiguaron como se lo habían hecho.
El médico dictaminó que había sido un ataque al corazón aunque no se explicaba muy bien que lo había causado, era un chico joven y sin problemas de salud aparentes, pero la autopsia tampoco reveló nada sospechoso y así se cerró el expediente de su muerte, y al cabo de unos días repatriaron su cuerpo a España.
Megan terminó su tiempo en el campamento y volvió a Bostón impresionada por lo ocurrido en Luxor pero dispuesta a retomar su vida e intentar olvidar lo ocurrido con Alex.
Pasaron los meses y empezó a encontrarse mal, acudió a urgencias y cuando el médico le dijo:
- No tiene de que preocuparse lo que le sucede no es nada grave, no está enferma, está embarazada, ahora vamos a realizarte una ecografía para saber como se encuentra tu bebé
Megan no podía salir de su asombro,¿pero como era posible? no había mantenido relaciones sexuales desde que había vuelto de Egipto y allí sólo fue una noche, no podía ser, ¿qué iba hacer sola y con un hijo? su carrera se paralizaría y  no podría cumplir sus metas, era sin duda algo con lo que no contaba.
El médico le confirmó que se encontraba en la dieciséis semanas de gestación y que el parto se produciría en el mes de mayo, por lo demás todo era normal y esperaba un niño.
Cuando volvió a su apartamento se preparó una taza de café y mientras se tomaba el humeante líquido, pensó que quizás la solución pasase por dar el bebé en adopción al fin y al cabo había muchas parejas dispuestas a adoptar.
El resto del embarazo transcurrió con normalidad y cuando se presentó el parto, Megan ya lo había organizado todo, no conocería a ese niño, el tendría una buena vida y ella podría seguir con su prometedora carrera.
Ella consiguió lo que quería reconocimiento y prestigio, conoció a un catedrático de la universidad y al cabo de dos años se casaron y tuvieron dos hijos, ahora habían pasado casi veinte años y volvía a Egipto con una expedición propia financiada por la universidad donde trabajaba.
Llegaron al campamento y después de instalarse, se dirigió al campo de trabajo para empezar a dirigir las excavaciones.
Los primeros días pasaron sin ningún hallazgo importante pero al cabo de una semana uno de los trabajadores la llamó a voces:
¡Sra Megan! ¡Sra Megan! venga parece que hemos encontrado algo.
Megan se acercó con rapidez y su cara reflejó el miedo que la atenazaba cuando distinguió que lo que habían descubierto era un medallón igual al que habían encontrado Alex y ella hacía mucho tiempo.
Sin dar muchas explicaciones lo entregó al director del museo y cuando terminó su trabajo volvió a su casa e intentó olvidar el medallón maldito.
El tiempo pasó y llegó la Navidad, Alice, volvió de la universidad  y Megan estaba contenta de poder reunir a toda su familia, pero además Alice volvió con una sorpresa, había empezado a salir con un chico y quería que sus padres lo invitaran para celebrar la Navidad con ellos y que lo pudieran conocer, no tenía familia e iba a estar solo.
Megan y Peter lo consultaron y decidieron que sería una buena ocasión para conocer al chico que había enamorado a su niña así que le comunicaron que sí que podría pasar las vacaciones con ellos.
El día de Nochebuena llegó Cameron, era un chico moreno, alto y con algo que hizo que Megan sintiera que lo conocía desde el primer momento en que lo vio, era simpático, extrovertido y educado, en pocos días conquistó a toda la familia.
Pero la noche anterior a la fiesta de Nochevieja Megan descubrió que había algo en él que no terminaba de encajar, era todo tan perfecto que no terminaba de ser real, y todo se confirmó cuando descubrió que el novio de su hija, ajeno a que ella lo escuchaba, hablaba con alguien por teléfono y le decía que todo estaba saliendo perfecto, nadie sospechaba nada y el daría su sorpresa a todos en la fiesta.
Megan se ocultó para que no la viera y cuándo el salio de la casa se dispuso a registrar la habitación donde lo habían alojado para ver si encontraba algo.
Entró con sigilo y después de mirar por los cajones y no encontrar nada, se decidió por mirar en la maleta, allí debajo de varias camisas se encontró un sobre con fotografías de Egipto, de ella y de la expedición con la que estuvo la primera vez en Luxor, después de la conmoción inicial, lo guardó todo y lo dejó como estaba y salió de la habitación y decidio que debía investigar por su cuenta por lo menos por el momento.
Aquella noche durante la cena Megan se dirigió a Cameron y le dijo:
Cameron, ¿como conociste a Alice, no nos habéis contado nada ?
- Fue en una exposición de Egipto en la que aparecías tú mama era una de tus primeras excavaciones, y allí se encontraba él, respondió Alice.
Me llamó la atención su entusiasmo por Egipto e intentó ligar conmigo enseñándome un medallón que dijo que si salia con él , sería mi regalo de pedida, pero bueno aún estoy esperándolo dijo Alice con una sonrisa.
Cameron se mostró incomodo durante toda la cena y en cuanto pudo se retiró argumentando que no se encontraba muy bien.
A media noche Megan no podía dormir y bajó a la cocina a prepararse un vaso de leche, mientras se lo tomaba, su mente no paraba de darle vueltas a todo lo ocurrido, en ese momento oyó un ruido y al volverse se encontró a Cameron frente a ella, siento haberla asustado señora pero no podía dormir y he bajado a por un vaso de agua.
No importa Cameron, siéntate aquí y hablaremos un rato, cuando se acercó a la luz, Megan pudo ver en su brazo tatuado un ojo y unas lágrimas negras, su rostro se demudó y antes de que pudiera reaccionar, una opresión en el pecho la hizo caer al suelo.
Cameron la llamó asustado:
Megan; Megan ¿qué te ocurre?
Pero Megan perdió la consciencia entonces Cameron avisó al resto de la familia y avisaron a emergencias, la trasladaron al Hospital y allí entró en la sala de cuidados intensivos, cuando el médico salió para informar a la familia , les dijo:
- Ha tenido un infarto y se encuentra en estado crítico, prepárense para lo peor.
Nadie podía creer lo ocurrido y cuando por fin Megan mejoró pidió hablar con Cameron a solas:
-¿cómo te encuentras Megan? Menudo susto nos has dado.
Siéntate Cameron, necesito que me expliques algunas cosas.
De acuerdo dime que te preocupa.
He visto tus fotos sobre Egipto de mi primera excavación en Luxor y ese tatuaje tuyo tan particular. ¿quién eres y que quieres de mi familia?
No se preocupe sólo soy el hijo de uno de los becarios que trabajó con usted hace muchos años y al que Alex le dio un medallón antes de morir. Mi padre me contó que usted sabía mas cosas de él que cuando pudiese la buscase y usted me explicaría muchos de esos misterios, pero él falleció hace un año y no he podido encontrarla antes, de todas formas lo de Alice no tiene nada que ver fue pura casualidad y le puedo decir que estoy profundamente enamorado de ella y que no tiene nada que temer.
Megan dejó escapar un suspiro y en un susurro sólo pudo llegar a decirle:
-Deshazte del medallón devuélvelo donde debe estar o tu vida se volverá un infierno y nunca encontraras la paz, y diciendo esto sus ojos se cerraron y murió con una sonrisa serena en su rostro, como si por fin hubiera podido descansar, mientras a lo largo de su mano se dibujaban unas extrañas lágrimas negras............

                         

jueves, 15 de mayo de 2014

Ignorando la realidad

Cerró los ojos para no ver y se tapó los oídos para no escuchar, las voces y los insultos que su padre le dirigía a su madre eran crueles y mezquinos, ella que nunca gritaba que nunca protestaba por nada, volvía a ser el centro de la violencia que destilaba ese que se hacía llamar su padre, Ramón, un prestigioso y exitoso director de banco que fuera de su hogar era admirado y respetado tanto por sus compañeros como por sus clientes y amigos y que dentro de su hogar se convertía en el ser más monstruoso de la tierra.
Una y otra vez volvía a preguntarse como su madre lograba aguantarlo, ¿cómo había aprendido a vivir una mentira, silenciando sus miedos, disimulando sus moratones de cara a la gente?
Mónica vivía sumida entre el amor incondicional que le profesaba a su madre, ese ser maravilloso que siempre estuvo a su lado, cuando estaba enferma, cuando tenía que estudiar, cuando los problemas con los chicos empezaron a aflorar y el odio visceral que cada día se hacía más grande hacia su progenitor, aquel hombre para ella extraño, del que nunca había recibido nada, ni un beso, ni una palabra, solo la indiferencia más absoluta.
Había aprendido a vivir sin hacer ruido, a no hablar alto a no escuchar música a no hacer nada que pudiera molestarlo, y que hiciera que su madre se viera abocada a una nueva paliza a un mar de insultos que resonaban en su cabeza martilleándola una y otra vez.
Cuando empezó a tener conciencia de lo que sucedía en su casa y de que eso no era normal en el resto de familias, su mente vagaba una y otra vez por un mundo diferente, un mundo en el que sólo estuvieran ella y su madre, un mundo de risas y caricias,  un mundo sin miedos. A veces se sentía culpable pero más de una vez había deseado que su padre muriese, lo veía allí en su butaca favorita, dándole un infarto, mendigando su ayuda y ella mirándolo impasible y con una triste sonrisa dibujada en su boca, mientras todo terminaba y la calma por fin se instalaba en su hogar.
Pero aquello no sucedió y un día harta de la situación decidió hablar con su madre:
- Mamá ven siéntate a mi lado necesito hablarte de una cosa.
Rosa se sentó junto a su hija y cuando esta la cogió de las manos supo que iba a perderla para siempre.
-Mamá esto no puede seguir así, aún eres joven puedes rehacer tu vida y ser feliz lejos de él, sólo tienes que dar el paso, vayámonos, organicemoslo todo para marcharnos, cuando vuelva se encontrará la casa vacía y nosotras estaremos viajando hacia un lugar seguro lejos de él, antes lo denunciaremos ante la policía para que no pueda buscarnos, no tengas miedo yo estaré contigo.
Rosa la miró con los ojos perdidos, con unos ojos sin esperanza que miraban la vida sin verla, y le dijo:
- Vete tú cariño, tu tienes tiempo de ser feliz a mí ya no me queda nada, además si tu te vas no te buscará, nunca le interesaste porque no fuiste un chico y si yo me voy contigo nunca estaremos tranquilas porque el no parará hasta encontrarnos y entonces sí que me matará.
Mónica intentó convencer a su madre una y otra vez, pero siempre encontró un no por respuesta, no podía hacerla salir de la desidia en que se había convertido su vida, y muy a su pesar cuando encontró un trabajo, se marchó al piso de unas amigas a vivir y decidió darse una oportunidad.
Los días fueron transcurriendo, y antes de darse cuenta se empezaron a suceder los meses, ella llamaba a menudo a su madre y está siempre le contaba que estaba bien, que su padre estaba más calmado que no se preocupase, pero una mañana gris del mes de diciembre mientras se arreglaba para irse a trabajar recibió una llamada, cuando oyó a través del teléfono que su interlocutor era la policía, el mundo se le derrumbó, cayó de rodillas llorando y en ese momento su compañera de piso cogió el auricular y escuchó la triste noticia, el padre de Mónica había matado a Rosa y después había intentado suicidarse sin conseguirlo.
Ana recogió a su amiga del suelo, la abrazó y la acunó hasta que se hubo calmado un poco y después se fueron al hospital donde habían llevado a su madre, sólo la dejaron verla un segundo, pero fue el segundo más largo de la vida de Mónica, jamás pensó que su corazón pudiera albergar tanto dolor, tanta mezcla de rabia e impotencia, por desgracia su madre se había convertido en un número más de las estadísticas sobre muertes de mujeres maltratadas, ¿Cómo podía haber ocurrido, cómo no consiguió sacarla de ese infierno?
Maldijo a su padre una y mil veces y cuando salió a la calle se dio cuenta que para ella el sol había perdido brillo, y un frío glaciar le recorrió el alma, ahora sí, ahora si que estaba sola.
El invierno fue pasando y dio paso a una primavera maravillosa, en una de esas tardes mientras corría por un parque cercano a su piso, conoció a Jorge, era empresario, tenía varios locales de copas, y desde el principio congeniaron, ella le fue abriendo su corazón poco a poco con toda la cautela del mundo pues lo que menos deseaba era equivocarse, pero lo cierto es que Jorge parecía un ser de otro planeta, era atento, divertido, siempre pendiente de ella, amable, cariñoso, a veces le daba miedo que fuera tan perfecto.
Pero su relación se fue afianzando y a los nueve meses de haberse conocido decidieron dar el paso de irse a vivir juntos. Al principio todo resultó idílico, no había nada mejor que despertar al lado de Jorge, Mónica no podía creerse la suerte que había tenido, era un hombre progresista, colaborador, romántico, vamos una joyita como diría su amiga Ana, alguien a quien no podía dejar escapar.
Aunque también era cierto que Jorge acostumbrado a vivir sólo durante tanto tiempo, tenía treinta años y no había convivido con nadie, era un poco maniático del orden, todo tenía que estar en su lugar, Mónica solía bromear a cerca de eso y le decía en más de una ocasión que parecía que en vez de cabeza tenía un metro, porque todo tenía que estar colocado al milímetro exacto sino se cabreaba.
Pero salvo por esa costumbre todo entre ellos iba como la seda.
Una noche después de salir del trabajo, se arreglaron para ir a una fiesta que daba un compañero de la oficina, estuvieron hasta tarde, bailaron, rieron y bebieron algunas copas y ya entrada la madrugada decidieron volver a casa.
Mónica estaba rendida y mientras Jorge entró al baño ella se quedó dormida vestida encima de la cama, se despertó bruscamente cuando la zarandearon, era Jorge:
-¿No pensarás dormir vestida verdad?
No empieces cariño, estoy cansada mañana me ducharé antes de irme a trabajar, ahora apaga la luz por favor.
Pero bueno tu eres imbécil o ¿qué te pasa? ¿De verdad crees que voy a dejarte dormir en mi cama, en mis sábanas limpias con el olor que desprende tu ropa a tabaco y a sudor? ¿Estás loca?
Vamos quítate esa ropa y métete en la ducha.
Mónica se levantó de la cama como una autómata, no podía creer lo que acababa de oír, se metió en el baño y mientras se duchaba las lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas, en ese momento se dio cuenta de que acababa de oír a su padre, era la misma voz de mando, la misma exigencia, la misma falta de tacto, y ante ese pensamiento se horrorizó.
Salio de la ducha y cuando se metió en la cama Jorge dormía plácidamente, lo miró y no lo reconoció, no reconoció al hombre del que se había enamorado, cerró los ojos e intentó dormir pero cuando él se levantó para marcharse a trabajar aún no lo había conseguido.
De todas formas decidió hacerse la dormida ya que se había pasado la noche repasando los hechos, quizás hubiera exagerado y no había sido para tanto pero cuando oyó la puerta se levantó de un salto, se vistió y se puso a recoger todas sus cosas, metió en una maleta su ropa y en una nota le dejó escrito un escueto:
- Adiós no me busques.
Las semanas siguientes él la acosó incansable quería pedirle perdón , le juró que ya no volvería a pasar, que quizás las copas que se había tomado de más le habían hecho decir lo que dijo, pero que en realidad la quería, que no podía vivir sin ella, a medida que ella lo rechazaba una y otra vez, empezó a ser más brusco, la llamaba de madrugada, y al final volvió a insultarla e incluso a amenazarla.
En ese instante ella no dudó e hizo lo que tenía que hacer, se acercó a la comisaría más cercana y lo denunció, desde entonces le había perdido la pista y su vida había vuelto a transcurrir tranquila y apacible, ahora sentada en un banco del parque miraba los árboles y por un instante miró al cielo y en un susurro dijo:
Gracias mamá, te quiero.

 

martes, 13 de mayo de 2014

Nubes de tormenta.

Vesela miraba por la ventana de un cuartucho sucio y maloliente una luna mágica, una luna llena a la que le pedía con todas sus fuerzas que la pesadilla en la que vivía inmersa fuera sólo un mal sueño. No podía entender como su vida había cambiado tanto en tan poco tiempo, ¿cómo podía haber sido tan ilusa, tan ingenua?
¿cómo pudo pensar que ella era distinta a las demás, que ella era especial, que ella si conseguiría su sueño de ser modelo?
Ahora recordaba dolorosamente como su madre le había advertido de que tuviera cuidado, que no todo el mundo se acercaba a ella con buenas intenciones.
 Sólo tenía diecinueve años y ya se creía muy mayor para hacer su vida, para vivir con amigas y conseguir sus anhelos.
Pero Vesela se sabía guapa y eso le daba confianza, además era inteligente, cualquiera no podría engañarla.
Por eso cuando Borya se cruzó en su camino ella no sospechó nada, el era todo amabilidad, era un chico guapo que se había fijado en ella que siempre le recordaba que era especial que tenía una belleza enigmática y que en Barcelona el tenía muchos contactos que sabrían verlo, además algunos estaban relacionados con fotógrafos de prestigio en el mundo de la moda, sólo había que pulirla un poco como a un diamante, pero para eso estaba él para enseñarle algo de español y algo de protocolo, lo demás sería coser y cantar.
Así pasaron algunas semanas, el la iba ilusionando y al final una tarde de otoño, se presentó en su piso diciendo que hiciera la maleta, había conseguido unos billetes de avión de bajo coste y debían marcharse esa misma noche, sus contactos ya estaban esperándolos en Barcelona, les había mandado unas fotos de Vesela y la esperaban entusiasmados, tenían muchos proyectos para ella, y querían ponerse a trabajar lo antes posible.
Vesela lo miró sin poder creérselo y luego empezó a recoger su ropa y a ordenar la maleta, no le dio tiempo a contarselo a su madre, pero Miliana lo entendería, al principio se enfadaría un poco, pero cuando supiera que estaba cumpliendo su sueño y se estaba realizando como modelo, ella estaría contenta y feliz, al fin y al cabo siempre le había demostrado que ella era lo más importante en su vida.
Cogieron el avión y cuando llegaron a Barcelona se encontraron con una ciudad envuelta en una lluvia recia y dura, la tormenta que se ceñía sobre la ciudad le daba un aspecto tétrico, pero a ese aspecto desolador se sumó el edificio en el que el taxi que los había recogido se paró.
Borya la cogió de la mano y le dijo:
-No te preocupes mañana buscaremos algo mejor pero para esta noche sólo he podido encontrar esto, es el piso de un conocido.
Vesela subió hasta el cuarto piso y cuando un chico de unos treinta años abrió la puerta y observó su rostro, un escalofrío le recorrió el cuerpo, entonces el extraño se acercó a ella, la besó y antes de que pudiera darse cuenta le inyectó algo en el brazo, algo que le hizo marearse de inmediato.
Cuando volvió en sí se encontraba en una habitación con unas diez chicas más, tumbada en un colchón en el suelo, intentó levantarse pero la cabeza le daba vueltas, entonces una chica muy guapa pero de ojos cansados e hinchados por el llanto que dijo llamarse Kalina se acercó a ella y le preguntó:
-¿Cómo te llamas, de dónde eres?
-¿Quién te ha captado a ti? ¿Sabe alguien donde estás?
Cuando pudo poner en orden sus ideas le preguntó incrédula :
-¿que es lo que ha pasado, qué hago aquí, y mi novio dónde esta?
Kalina le explicó que todas las chicas habían sido engañadas y captadas en Europa del Este con la promesa de convertirse en modelo pero que nada más lejos de la realidad, las habían vendido a una red de trata de blancas, ahora trabajarían sino querían morir en club de alterne. Algunas se habían negado y sólo habían conseguido palizas y violaciones y además las habían amenazado con matar a sus familiares.
Vesela no podía creerse lo que le estaban contando, no podía ser cierto, su vida no podía haber dado ese giro, ella solo quería cumplir un sueño y no podía verse abocada a esa vida, ella era incapaz, es mas, tenía muy poca experiencia en el plano sexual y se moriría antes de convertirse en una prostituta, no lo resistiría.
Kalina intentó calmarla y le dijo que al principio era malísimo pero que se terminaría acostumbrando, eso era mejor que morir de una paliza o estar todo el día drogada.
Empezó a llorar desconsoladamente y Kalina se separó de ella cuando oyó el ruido del cerrojo de la puerta, en ese instante un hombre, el que le había abierto la puerta la llamó:
-Oye tú, ven tenemos que hablar.
Las piernas no le respondían y entonces ese monstruo la cogió del pelo, la levantó y la arrastró hasta salir de la habitación, entraron en una especie de salón con un sillón pintarrajeado y le dejó claro que tení que trabajar para ellos, que si no conseguía suficientes clientes o se le ocurría intentar escapar o contarle al alguien lo que le había pasado, le cortaría el cuello sin pensarlo.
Empezó a temblar como una hoja, entonces ese individuo se acercó a ella y notó su nauseabundo aliento en la cara mientras introducía sus manos por la camiseta de ella y apretaba sus pechos hasta hacerle daño. Ella gimoteó dos o tres veces y se separó de él para intentar que parara, pero él entonces la abofeteó y le dijo que no se pusiera tonta que quisiera o no él era su dueño y tenía que probar la mercancía que iba a ofrecer a sus clientes.
La tiró al suelo, y en ese momento ella dejo su mente en blanco y dejó que aquel bestia hiciera con ella lo que quisiera.
Desde ese momento sólo vivió para no olvidar nunca la cara y el nombre de ese monstruo para cuando pudiera escapar denunciarlo y que pagara lo que le había hecho.
Los meses fueron pasando y aquella noche en aquel cuartucho se dijo que no podía aguantar más habían sido muchos días, muchos hombres, muchas humillaciones y no encontraba una salida, no podría seguir así mucho tiempo quizás sería mejor acabar con todo de una buena vez, al menos dejaría de sufrir y descansaría.
Mientras pensaba esto oyó un ruido extraño, como una patada a la puerta y una voz que gritaba:
- Alto policía, están todos detenidos.
Sus oídos no podían creerse lo que estaban escuchado y espero agazapada en la esquina donde estaba, aquella noche no la habían obligado a ir a trabajar porque le habían realizado un aborto y sangraba mucho.
En ese momento un policía entró en la habitación y ella instintivamente levantó las manos y le dijo:
¡Por fin ! por fin se ha acabado mi pesadilla, Dios lo bendiga.

Pasaron meses hasta que pudo volver a su país, y desde aquel día se prometió que lucharía por intentar ayudar a todas las chicas que pudiera para que no tuvieran que pasar por el infierno que ella había pasado.

                              

jueves, 8 de mayo de 2014

El amor rige nuestra vida.

Cerró los ojos y dejó que el sol le acariciara el rostro, se dejo invadir por una sensación de bienestar que le recordó la calidez de sus manos al acariciarla, el olor a hoguera de la noche que lo conoció y también el ambiente festivo y despreocupado de aquel instante, lo vio y supo al instante que formaría parte de su futuro aunque el aún no lo supiese.
Era tímido, algo retraído y eso fue una de las cosas que la conquistaron, no pretendía ser quien no era, su sencillez y su inocencia le hacían ser una persona especial.
Le costó Dios y ayuda que él se decidiera a salir con ella.
Una noche cuando mediaba mayo y el calor se notaba en el ambiente, el se decidió a hablarle de sus sentimientos y ella le respondió con un beso, se marcharon de la mano con el corazón henchido de felicidad y se perdieron por las callejuelas del casco antiguo hasta llegar a su casa.
Todo entre ellos fluyó desde el principio, era como si se conociesen desde siempre, ella aprendió a ver la vida con los ojos limpios de él, era un hombre bueno en el sentido más amplio de la palabra y ella absorbió su bondad, su forma de ver la realidad siempre por el lado amable.
Recordaba con emoción la primera vez que se desnudaron uno frente al otro porque no desnudaron sólo su cuerpo sino también su alma, fue una exposición absoluta de entrega sin medida, aprendieron juntos a amarse, a disfrutar del sexo, de caricias prohibidas, a experimentar con sus cuerpos hasta formar uno sólo.
Caían rendidos y exhaustos después de hacer el amor sin descanso, dormían abrazados y cuando despertaban, despertaban hambrientos de más, de más amor de más entrega, parecían querer beberse la vida a grandes sorbos como si el tiempo se les fuese a escapar de las manos.
La relación entre ellos se fue afianzando y la complicidad también, el la hacía reír, disfrutaban juntos de la compañía mutua y planearon una vida en común.
Se casaron y tuvieron hijos, no todo fue idílico, no todo fue perfecto pero si algo tenía claro es que no cambiaría ni un sólo día de los que había vivido con él, ni un sólo instante, ni de alegrías ni de penas.
Pero a veces el destino nos pone aprueba y decide por nosotros, la vida que para ella era idílica, para el se volvió rutinaria, los problemas, el trabajo, el dinero, todo fue haciendo que la pasión que sentía por ella se fuera enfriando, fue por aquella época en la que su vida no pasaba por un buen momento cuando conoció a Sonia, era una chica de su trabajo, veinte años más joven, y con un hijo pequeño.
La primera vez que se acostaron los remordimientos lo atormentaron durante semanas, pero ella consiguió devolverle la ilusión, el sexo era fantástico parecía que había rejuvenecido, sin duda ella era todo lo que un hombre podía desear, o casi todo.
Mientras, ella notaba el silencio que se había establecido en su relación, llegó a sentirlo tan lejos, que no sabía que era peor, que no estuviese o tenerlo a su lado sólo físicamente porque su mente estaba a miles de kilómetros de ella.
Intentó hablar con él, pero se cerró en banda, su contestación era siempre la misma, no le pasaba nada, todo eran imaginaciones suyas, es como si estuviese volviéndose loca.
Pasaron los meses y una noche con el corazón encogido por el dolor, ella se sentó a esperarlo y cuando llegó, le dijo:
- Tenemos que hablar, se acabaron las medias tintas, esto no funciona y tu lo sabes.
¿No crees que me merezco saber la verdad?, aunque solo sea por el tiempo que llevamos juntos.
El abatido se sentó y con las manos sobre la cara lloró amargamente.
Para ella fue suficiente, ya no había nada más que preguntar, esas lágrimas de culpa se lo confirmaban todo, el ya no la quería, se le había agotado el amor y ella no había querido verlo, pero ahora que se daba de bruces con la realidad, lo cierto es que incomprensiblemente sentía una especie de alivio, alivio de que todo hubiera terminado, las mentiras, los disimulos, las excusas........
Esperó que él se serenase y le deseó que fuese feliz, que volviera a ser la persona maravillosa que ella había conocido y que sobre todo no perdieran la amistad que habían construido durante tanto tiempo, al fin y al cabo el era quien más la conocía y eso no quería perderlo.
Le explicó quien era ella y que le hacía sentir muy bien, que volvía a tener ilusión y que no tenía nada que ver con ella, era él el que había cambiado, y que sobre todo deseaba que siguieran llevándose bien sobre todo por los chicos, que aunque ya eran mayores, todavía los necesitaban a los dos.
Al final de la semana el se marchó de casa, sin aspavientos, sin tragedias, antes ya se lo habían dicho a sus hijos, y aunque el disgusto fue grande entendieron que si una cosa no podía ser, no podía forzarse.
A partir de ese momento, ella se dedicó a disfrutar de unos días de soledad, de relax, de disfrutar de sus aficiones, pero pasado ese tiempo, supo que tenía que reinventarse, no podía convertirse en una mujer alejada del mundo, era joven y no pensaba enterrarse en vida.
Llamó a sus amigas, empezó a salir y a descubrir un mundo que con su marido no había vivido, viajó y conoció a mucha gente y muchas culturas diferentes, y en uno de esos viajes, cuando viajaba por Escocia, conoció a Andret, era el típico escocés rudo que regentaba una taberna y casas de comidas en un precioso pueblo llamado Crail, y desde que se conocieron la chispa saltó entre ellos, ella chapurreaba el ingles y él algo de español, y no necesitaron más para darse cuenta de que estaban hechos el uno para el otro.
Tanto fue así que ya no volvieron a separarse, aquella noche se acostaron juntos, e hicieron el amor como si fuesen dos adolescentes y desde ese momento ella abandonó el viaje y se instaló a vivir con él, de eso hacía ya quince años y aún seguían durmiendo abrazados, y seguían besándose al amanecer cuando despertaban, la vida le había dado dos historias de amor maravillosas y no estaba dispuesta a desperdiciarlas, porque eso de que existen segundas oportunidades pudo comprobar en su propia piel que era cierto.

                       


lunes, 5 de mayo de 2014

La voz de mis reflexiones.

Sensación de días perdidos, palabras ocultas en largos silencios, sentimientos encontrados, así me encuentro ahora a punto de cumplir años y me pregunto:
¿Valió la pena? ¿De verdad me siento realizada como mujer o solo he hecho lo que se esperaba de mí? 
¿He olvidado mis metas, mis ilusiones en pos de las de otros?, las de mis hijos, las de mi pareja, ¿y yo? ¿soy feliz?
Puedo decir que la felicidad absoluta no existe, esta se escapa de nuestras manos mientras la estamos disfrutando porque no somos conscientes de ese estado, de esa alegría, lo asumimos como normal, sin pararnos a pensar en lo extraordinario que es la sonrisa de un hijo, el beso de tu amor, el abrazo de una madre.......
Sólo lo añoramos cuando no lo tenemos, vamos que nos pasamos la vida buscando algo que cuando lo disfrutamos nos pasa inadvertido. Así de incoherentes somos los seres humanos, divinizamos lo artificial y dejamos de  lado lo que nosotros llamamos natural o normal.
Si de algo me ha servido cumplir años, no es para ser más sabia como dicen muchos, sino para tener más claras mis prioridades en la vida, por eso me molesta tanto enfadarme, creo que es una pérdida de tiempo, las cosas que se pueden arreglar se arreglan y las que no, no merece la pena perder el tiempo con ellas, agotan nuestra energía positiva, y nos llevan a un estado de ánimo que nos impide ver más allá de nuestras narices.
He aprendido que quiero rodearme de buena gente, de verdad, de gente con ideales, con valores, no necesito en mi vida alguien que me diga que no puedo, que lo que hago no conduce a nada, que nada va a cambiar, la gente que piensa así, ni es feliz ni deja que los demás lo sean.
Estoy en una etapa vital en la que sólo me asusta el dolor de los míos, de lo demás sé que se puede salir, que se sale, que el cuerpo y la mente están preparados para soportar mucho más de lo que imaginamos, y que en la vida no hay más metas que las que nosotros mismos nos ponemos, por eso yo he decidido no ponerme ninguna, seguir avanzando poco a poco sin dañar a nadie, y haciendo lo que pueda para que las cosas vayan un poquito mejor y mi vida sea más plena, al fin y al cabo si yo estoy bien, podré hacer que otras personas también lo estén, pues somos el reflejo de nuestro yo interior, y si nuestro yo brilla, esa luz iluminara a mas gente.

       

viernes, 2 de mayo de 2014

El pasado vuelve para vengarse.

Era una tarde del mes de noviembre, y me encontraba en mi librería favorita buscando entre los montones de libros, uno que me hiciera soñar y viajar hacia lugares remotos, lugares que yo  nunca visitaría físicamente porque me era imposible pero que podría ver y disfrutar como si estuviera allí, si el escritor los describía con precisión.
Miraba ensimismada al lado de la puerta una estantería cuando ésta se abrió y junto a una gran ráfaga de viento entró un desconocido con una gabardina y un sombrero calado, al pasar junto a mí casi me tira, y fue en ese momento cuando me sujetó del brazo para que no cayese cuando me miró, y sus ojos grises, fríos como el acero se clavaron en mí, haciendo que casi me desmayara.
¿Cómo era posible, no podía ser?
Entonces el habló:
-Perdone señorita con las prisas no la había visto, siento haberla abordado así de esta manera, no era mi intención, le ruego me disculpe.
-No se preocupe, no ha sido nada, fue lo único que mi boca fue capaz de balbucear y cogiendo mi paraguas, salí de allí a toda prisa. Una vez en la calle, mientras la lluvia me empapaba bajo la luz de una farola, pude respirar y empecé a temblar y a llorar a la vez.
El destino me había jugado una mala pasada, pero tenía que serenarme y pensar que iba hacer, las cosas no podían quedarse así, ahora no, ahora que lo había visto de nuevo y sabía que podía seguir haciendo daño a otras personas, tenía que buscar un plan y llevarlo a cabo.
Llegué a casa empapada, me quité la ropa, me duché y me dispuse a preparar la cena antes de que Levi llegara de la fábrica.
Cortaba los tomates para la ensalada, mientras se hacía el guiso de carne cuando oí las llaves en la puerta, me sobresalté, pero me recompuse para que mi marido no sospechase nada y acercándome a la entrada, lo besé cuando entró y le pregunté como le había ido el día.
-Bien cariño, como siempre, cansado pero contento de volver a casa y estar contigo.
-¿ Y tu día, qué has hecho hoy?
Bueno fui al mercado esta mañana y me tomé un café con Elina, y después de comer salí a dar un paseo y me pasé por la librería del señor Víctor, pero al final no encontré nada y volví a casa. Como veras un día de lo más normal, pero bueno hablemos de ti, ¿cómo van los problemas en la fábrica, tu crees que se solucionaran?
- Espero que sí, pero la gente está descontenta, la jornada es muy larga, y nos pagan poco, pero bueno al menos podemos trabajar.
Pues ahora date una ducha que la cena estará lista en unos minutos, yo me encargo de prepararlo todo.
Mientras Levi se duchaba, Jana empezó a trazar un plan para conocer más detalles del hombre que había entrado en la librería, mañana volvería y hablaría con el librero Víctor e intentaría sonsacarle lo que supiera sobre el hombre del sombrero.
Cuando terminaron de cenar, Levi se marchó a la cama y ella después de leer un rato también se fue a dormir, pero no podía conciliar el sueño, tenía esos malditos ojos clavados en el cerebro, y sólo recordarlos le hacía incluso vomitar, al final se abrazó al cuerpo dormido de su marido y con sintiendo la respiración tranquila y el compás de su corazón consiguió quedarse dormida ya de madrugada.
Despertó cuando un rayo de sol se filtró por la ventana y le dio directamente en los ojos, los abrió y comprobó que se había quedado dormida, ni siquiera había oído marcharse a Levi.
Se levantó de un salto, se recogió su larga melena en una coleta, se tomó un café cargado y después de vestirse salió presurosa a la calle, no tenía tiempo que perder, mientras ella no hiciera nada, el  monstruo podría hacer daño de nuevo y eso no lo iba a consentir.
Compró el pan y volvió a la librería de Víctor, le saludo y después de mantener una charla intrascendente sobre algunos libros, abordó el tema, preguntándole directamente por el hombre del sombrero.
- ¿Hace mucho que conoces al señor que vino ayer, el del sombrero?
Hace un par de meses que se trasladaron al barrio, él y su joven esposa, no habla mucho, pero es un cliente excelente, creo que vienen de Polonia, pero no podría asegurartelo, así que a lo mejor os conocéis, no creo el pueblo donde yo vivía era muy pequeño y nos conocíamos todos y a él no lo he visto nunca.
Salió de la librería con un par de libros bajo el brazo y con la firme convicción de que el desconocido que según Víctor se llamaba Simón y era médico, no era otro que Herbert, el maldito militar que le había hecho la vida imposible en el campo de Majdanek.
Nunca podría olvidar aquella noche del diciembre de mil novecientos cuarenta y tres, cuando un grupo de militares nazis, entraron en la casa de la familia que los tenía escondidos, mataron a los padres y a los hijos de este matrimonio amigo y a toda su familia los llevaron al campo de Majdanek, al infierno en la tierra como al principio lo llamaban, ella tenía entonces dieciséis años y nunca olvidaría la primera vez que entraron en el campo, las voces de los militares, los ladridos de los perros, y los ojos sin vida de los que allí se encontraban.
A la semana de estar allí la separaron de su madre y de su hermana pequeña, el día que llegaron ya lo habían hecho de su padre y de su hermano mayor.
Acudió a una especie de oficina donde un militar le preguntó si sabía leer y escribir, ella tímidamente le dijo que sí, entonces el militar despachó a los guardias que la habían llevado allí y cuando se quedó a solas con ella le dijo, está bien me servirás, rellenaras formularios y el resto ya te lo iré enseñando yo poco a poco, mientras le decía esto al oído, se acercó groseramente a ella y le tocó el pecho, ella lo miró asustada y le dijo:
-¿pero qué hace, se ha vuelto loco?
- Lo siguiente que sintió fue el sabor de su propia sangre en la boca porque el militar le dio una bofetada que la tiró al suelo, y le advirtió de que no volviera a hablar a no ser que él le preguntara, sino lo pasaría mal, muy mal.
En un rincón de la habitación, Jana lloró desconsoladamente hasta que pasado un rato alguien vino a buscarla y le dijo cual sería su lugar de trabajo y donde dormiría, a partir de entonces supo que estaría sola, que ya no podría contar con la compañía de su madre y de su hermana, ese maldito hombre la había aislado.
La primera vez que se  le acercó no lo olvidaría jamás, aún sentía su cuerpo sudoroso encima de ella, mientras la besaba y cuando ella se resistió, como la golpeó hasta dejarla sin sentido mientras la insultaba y se mofaba de ella, llamándola sucia judía, y advirtiéndole que su vida estaba en sus manos, con un sólo gesto y ella dejaría este mundo para siempre.
Jana aprendió a sobrevivir a este monstruo pensando que pronto pasaría, más de una vez había soñado que mientras la violaba sufría un ataque al corazón y moría, pero luego se despertaba empapada en sudor y comprobaba que solo había sido eso, un sueño. De todas formas ella aguantaba por el amor a sus padres, sabía que antes o después estarían juntos y todo lo demás no importaría.
Pero una de las veces que Herbert la violó, había bebido más de la cuenta y cuando terminó con ella, le dijo riéndose:
- ahora si que serás mía para siempre hoy han matado al resto de tu familia, los han llevado a darse una ducha de la que no han salido ja ja ja.
Ella cayó al suelo y se quedó inmóvil, acurrucada mientras las lágrimas corrían por sus mejillas y su corazón se rompía en mil pedazos, él terminó de vestirse y se marchó dejándola allí, desde entonces había estado planeando su venganza, y se juró que esperaría lo que hiciera falta para acabar con la vida de ese bastardo aunque fuese lo último que hiciese.
Y la vida lo había puesto otra vez en su camino pero ella contaba con una ventaja añadida, él no la había reconocido, y eso la hacía más fuerte.
Pasaron un par de semanas hasta que volvió a verlo, se hizo la encontradiza, y él la saludó y entabló una conversación con ella sobre los libros que le gustaba leer.
Ella empleó sus armas de seducción y el fue cayendo en su tela de araña, un día la invitó a un café, y hablaron de su época en Polonia, de su infancia, de sus padres, pero pasaron de largo la ocupación nazi.
Cada vez le costaba más trabajo engañar a Levi y ocultarle sus planes, sabía de antemano que no lo hubiera permitido, pero eso era algo que ella tenía que hacer y que nadie iba a impedirle.
Aunque la repulsión que sentía hacia Herbert y su odio cada día que pasaba era mayor, no podía permitirse que un error lo estropeara todo, así que decidió beberse su asco y esperar paciente el momento de vengarse, este se presentó una noche en la que Levi tenía turno nocturno en la fábrica y ella había quedado para tomarse unas copas con Herbert en un club de la ciudad.
El se excusó un momento para ir al baño, después de haberse puesto cariñoso con ella e intentar besarla en uno de los reservados del club, entonces ella le derramó la bebida encima del pantalón, y cuando el se ausentó, ella aprovechó para verter el veneno en su copa y cuando el volvió y se tomó la copa ella le invitó a marcharse de allí a un lugar donde estuvieran mas tranquilos, el aceptó encantado mientras una mirada lujuriosa la recorría de arriba a bajo y ella aguantándose las náuseas, le sonrió y se montaron en el coche que estaba estacionado en la puerta del club.
Pasados unos minutos llegaron a un hotel, y ella lo convenció para que entrara sólo, no quería que la gente hablase, ella subiría después, Herbert sin sospechar nada le dijo el número de la habitación y quedó en esperarla arriba, mientras le advertía:
- No tardes mucho, estoy impaciente por hacerte disfrutar, no te vas arrepentir.
Cuando Jana subió el ya empezaba a encontrarse mal, pero ella no lo dejó llamar a nadie, se subió encima de él en la cama y mientras él empezaba a asfixiarse lo miró a los ojos y le dijo:
-¿No me recuerdas Herbert
- Soy tu putita judía como solías llamarme ¿te acuerdas ahora?
¿Qué dices?, yo no te conozco.
-Deja que me levante y avise a un médico, no me encuentro bien.
-No te preocupes acabará pronto, el veneno que te has tomado tarda poco en hacer efecto.
El intentó levantarse, pero las fuerzas le habían abandonado ya y comprendió de pronto que iba a morir, entonces se dio cuenta de que el pasado siempre vuelve y algunas veces para vengarse.
Jana esperó hasta que comprobó que estaba muerto, luego salió del hotel asegurándose de que nadie la había visto y cuando empezó a caminar en la oscuridad de la noche hacia su casa, supo que por fin podría empezar a dormir tranquila, el monstruo que la había acechado durante tanto tiempo había dejado de existir.