martes, 13 de mayo de 2014

Nubes de tormenta.

Vesela miraba por la ventana de un cuartucho sucio y maloliente una luna mágica, una luna llena a la que le pedía con todas sus fuerzas que la pesadilla en la que vivía inmersa fuera sólo un mal sueño. No podía entender como su vida había cambiado tanto en tan poco tiempo, ¿cómo podía haber sido tan ilusa, tan ingenua?
¿cómo pudo pensar que ella era distinta a las demás, que ella era especial, que ella si conseguiría su sueño de ser modelo?
Ahora recordaba dolorosamente como su madre le había advertido de que tuviera cuidado, que no todo el mundo se acercaba a ella con buenas intenciones.
 Sólo tenía diecinueve años y ya se creía muy mayor para hacer su vida, para vivir con amigas y conseguir sus anhelos.
Pero Vesela se sabía guapa y eso le daba confianza, además era inteligente, cualquiera no podría engañarla.
Por eso cuando Borya se cruzó en su camino ella no sospechó nada, el era todo amabilidad, era un chico guapo que se había fijado en ella que siempre le recordaba que era especial que tenía una belleza enigmática y que en Barcelona el tenía muchos contactos que sabrían verlo, además algunos estaban relacionados con fotógrafos de prestigio en el mundo de la moda, sólo había que pulirla un poco como a un diamante, pero para eso estaba él para enseñarle algo de español y algo de protocolo, lo demás sería coser y cantar.
Así pasaron algunas semanas, el la iba ilusionando y al final una tarde de otoño, se presentó en su piso diciendo que hiciera la maleta, había conseguido unos billetes de avión de bajo coste y debían marcharse esa misma noche, sus contactos ya estaban esperándolos en Barcelona, les había mandado unas fotos de Vesela y la esperaban entusiasmados, tenían muchos proyectos para ella, y querían ponerse a trabajar lo antes posible.
Vesela lo miró sin poder creérselo y luego empezó a recoger su ropa y a ordenar la maleta, no le dio tiempo a contarselo a su madre, pero Miliana lo entendería, al principio se enfadaría un poco, pero cuando supiera que estaba cumpliendo su sueño y se estaba realizando como modelo, ella estaría contenta y feliz, al fin y al cabo siempre le había demostrado que ella era lo más importante en su vida.
Cogieron el avión y cuando llegaron a Barcelona se encontraron con una ciudad envuelta en una lluvia recia y dura, la tormenta que se ceñía sobre la ciudad le daba un aspecto tétrico, pero a ese aspecto desolador se sumó el edificio en el que el taxi que los había recogido se paró.
Borya la cogió de la mano y le dijo:
-No te preocupes mañana buscaremos algo mejor pero para esta noche sólo he podido encontrar esto, es el piso de un conocido.
Vesela subió hasta el cuarto piso y cuando un chico de unos treinta años abrió la puerta y observó su rostro, un escalofrío le recorrió el cuerpo, entonces el extraño se acercó a ella, la besó y antes de que pudiera darse cuenta le inyectó algo en el brazo, algo que le hizo marearse de inmediato.
Cuando volvió en sí se encontraba en una habitación con unas diez chicas más, tumbada en un colchón en el suelo, intentó levantarse pero la cabeza le daba vueltas, entonces una chica muy guapa pero de ojos cansados e hinchados por el llanto que dijo llamarse Kalina se acercó a ella y le preguntó:
-¿Cómo te llamas, de dónde eres?
-¿Quién te ha captado a ti? ¿Sabe alguien donde estás?
Cuando pudo poner en orden sus ideas le preguntó incrédula :
-¿que es lo que ha pasado, qué hago aquí, y mi novio dónde esta?
Kalina le explicó que todas las chicas habían sido engañadas y captadas en Europa del Este con la promesa de convertirse en modelo pero que nada más lejos de la realidad, las habían vendido a una red de trata de blancas, ahora trabajarían sino querían morir en club de alterne. Algunas se habían negado y sólo habían conseguido palizas y violaciones y además las habían amenazado con matar a sus familiares.
Vesela no podía creerse lo que le estaban contando, no podía ser cierto, su vida no podía haber dado ese giro, ella solo quería cumplir un sueño y no podía verse abocada a esa vida, ella era incapaz, es mas, tenía muy poca experiencia en el plano sexual y se moriría antes de convertirse en una prostituta, no lo resistiría.
Kalina intentó calmarla y le dijo que al principio era malísimo pero que se terminaría acostumbrando, eso era mejor que morir de una paliza o estar todo el día drogada.
Empezó a llorar desconsoladamente y Kalina se separó de ella cuando oyó el ruido del cerrojo de la puerta, en ese instante un hombre, el que le había abierto la puerta la llamó:
-Oye tú, ven tenemos que hablar.
Las piernas no le respondían y entonces ese monstruo la cogió del pelo, la levantó y la arrastró hasta salir de la habitación, entraron en una especie de salón con un sillón pintarrajeado y le dejó claro que tení que trabajar para ellos, que si no conseguía suficientes clientes o se le ocurría intentar escapar o contarle al alguien lo que le había pasado, le cortaría el cuello sin pensarlo.
Empezó a temblar como una hoja, entonces ese individuo se acercó a ella y notó su nauseabundo aliento en la cara mientras introducía sus manos por la camiseta de ella y apretaba sus pechos hasta hacerle daño. Ella gimoteó dos o tres veces y se separó de él para intentar que parara, pero él entonces la abofeteó y le dijo que no se pusiera tonta que quisiera o no él era su dueño y tenía que probar la mercancía que iba a ofrecer a sus clientes.
La tiró al suelo, y en ese momento ella dejo su mente en blanco y dejó que aquel bestia hiciera con ella lo que quisiera.
Desde ese momento sólo vivió para no olvidar nunca la cara y el nombre de ese monstruo para cuando pudiera escapar denunciarlo y que pagara lo que le había hecho.
Los meses fueron pasando y aquella noche en aquel cuartucho se dijo que no podía aguantar más habían sido muchos días, muchos hombres, muchas humillaciones y no encontraba una salida, no podría seguir así mucho tiempo quizás sería mejor acabar con todo de una buena vez, al menos dejaría de sufrir y descansaría.
Mientras pensaba esto oyó un ruido extraño, como una patada a la puerta y una voz que gritaba:
- Alto policía, están todos detenidos.
Sus oídos no podían creerse lo que estaban escuchado y espero agazapada en la esquina donde estaba, aquella noche no la habían obligado a ir a trabajar porque le habían realizado un aborto y sangraba mucho.
En ese momento un policía entró en la habitación y ella instintivamente levantó las manos y le dijo:
¡Por fin ! por fin se ha acabado mi pesadilla, Dios lo bendiga.

Pasaron meses hasta que pudo volver a su país, y desde aquel día se prometió que lucharía por intentar ayudar a todas las chicas que pudiera para que no tuvieran que pasar por el infierno que ella había pasado.

                              

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