viernes, 11 de abril de 2014

Héroes cotidianos.

El cielo lucia un azul espléndido, un azul irreverente con la pena que Estela sentía, el día primaveral invadía los sentidos con su olor a azahar , el bullicio de la ciudad que despertaba con ruido de coches, voces despreocupadas de viandantes que se dirigían a su trabajo, todo  la hacía ahora sentirse más pequeña mas insignificante en un mundo que avanzaba frenético sin detenerse a observar a los mas desfavorecidos a los más débiles.
Decidió levantarse y recoger el saco de dormir y los pocos enseres que tenía para poder ir a asearse al baño de la estación de autobuses, algo que hacía a diario, después se tomaría un café y empezaría su periplo para buscar empleo, cargaría con sus curriculum e iría entregándolos, esperando un golpe de suerte, que hoy el día se apiadara de su situación y le diera un respiro.
Tomó su café en la cafetería de la estación, y el camarero que la reconoció, le puso un suizo que ella le agradeció con su mejor sonrisa, se despidió de Sergio y  salió a la calle más animada.
Recorrió varias calles principales de la ciudad entregando su curriculum con la mejor predisposición de la que disponía, y fue cuando acercándose el medio día, entró en un restaurante de comidas caseras, y el señor de la barra le comunicó que acababa de despedir a una de las camareras, que si tenía experiencia podría probarla uno o dos días y ya decidiría algo.
Estela aceptó encantada, por lo menos era un comienzo, y ya se encargaría ella de causarle buena impresión al dueño del local y a los clientes.
Trabajó aquella tarde sin parar, lavó platos como nunca, recogió mesas, atendió a la clientela y cuando llegó la noche y la hora del cierre, Ignacio que era como se llamaba el propietario, le pagó y le dijo que volviera al día siguiente que hablarían de las condiciones laborales y de la duración del contrato.
Se encaminó al lugar donde dormía desde hacía unos meses, a un cajero de un banco del barrio y recogió su saco de dormir, henchida de optimismo y felicidad, parecía que su suerte iba a cambiar y eso era mucho más de lo que había tenido en los últimos meses, desde que perdió su empleo y dejó de pagar el apartamento en el que vivía, y se había visto abocada a dormir en la calle, sin nadie a quien pedir cobijo, sin nadie con quien contar, recordaba las primeras noches sin dormir, el llanto constante que la invadía y también el día que eligió no conformarse, no habituarse a esa vida que le había tocado vivir.
A la mañana siguiente se levantó y después de asearse se dirigió a su trabajo, detrás de la barra encontró a Nacho ya enzarzado en poner cafés, y organizar desayunos, entró presurosa pensando que llegaba tarde, le dio los buenos días y se dispuso a empezar a trabajar, El le indicó lo que debía hacer y ambos se pusieron a atender a los clientes con la mayor diligencia. A media mañana cuando la vorágine y las prisas se fueron diluyendo, pudieron tomarse un descanso, Nacho preparó un café y los dos se sentaron en una mesa, mientras saboreaban el amargo líquido, entablaron una conversación en la que él se sinceró, le dijo que la camarera que había despedido en realidad era su novia, que se había liado con otro y había decidido seguirlo y dejar a Nacho tirado, entonces Estela le contó a grandes rasgos su situación, omitiendo que se veía obligada a dormir en la calle porque no tenía recursos para alquilar una habitación.
Terminaron el café y volvieron al trabajo. El día fue duro, pero la alegría de sentirse activa de nuevo y la compañía de Nacho hizo que se le pasara volando, cuando llegó la hora del cierre, limpiaron y firmaron el contrato.
Se despidieron hasta la mañana siguiente, así discurrieron los días, y las semanas, los dos cada vez más contentos, ella con su trabajo y él por haberla contratado, era eficiente, amable con los clientes y diligente en todo lo que hacía, parecía tener una fuente de energía inagotable, su entusiasmo contagiaba a todo el mundo y eso se notaba.
Una noche en que cerraron después de lo habitual, él se ofreció a acompañarla, pero Estela se excusó diciendo que había quedado, que gracias de todas formas. 
A la mañana siguiente Nacho se levantó muy temprano y se acercó al cajero a sacar dinero, el de su barrio se encontraba fuera de servicio y con el consiguiente cabreo se puso a buscar uno cercano, iba a entrar en uno situado en el parque que había al lado de la estación de autobuses, cuando vio a una mujer joven recogiendo sus bártulos y saliendo de allí, cuando se fijó en ella se dio cuenta de que era Estela, y se quedó de piedra ya que no sospechaba lo más mínimo lo que le estaba sucediendo, decidió no hablarle para que no se sintiera mal y dando media vuelta se volvió por donde había llegado.
Cuando llegó Estela al trabajo, como siempre con su sonrisa con su amabilidad, Nacho supo que debía de ayudarla, cuando el trabajo empezó a  aflojar la llamó y le dijo que tenía que hablar con ella, tenía un problema y quería que le aconsejara.
Nacho le comentó que su compañero de piso se había marchado y que necesitaba a  alguien para compartir los gastos.
¿Oye tu conoces a alguien que estuviera interesado?
Estela no se lo podía creer , ese golpe de suerte no se lo esperaba, y le dijo:
Yo estoy interesada, ¿sino te importa compartir piso con una empleada claro?
Quedaron para ver la habitación después del trabajo, y cuando ella entró en el apartamento encontró un lugar muy frió sin alma, pero pensó que tenía muchas posibilidades y le preguntó:
¿Podría intentar decorar mi habitación sino te molesta?
Por supuesto no hay ningún problema, cenaron y quedaron en que Estela se mudaría al día siguiente, él le dio unas llaves y se despidieron.
Sergio pasó la noche en blanco, no sabía porque pero le afectaba la situación de Estela demasiado, no podía dormir pensando en que ella dormía en un cajero, con frío y con todos los peligros que conlleva la calle, pensó en sus historia, en como habría acabado así, aunque se recordó que eso no era de su incumbencia.
Cuando se fue al restaurante ella aún no había llegado, se encontraron en el trabajo y ella le confirmó que ya se había instalado.
Pasaron los meses y el trabajo y la convivencia eran perfectas, por eso una noche ya en el apartamento mientras preparaban algo de cena, Nacho se quedó mirándola como si no la hubiera visto antes y se dio cuenta de que se había acostumbrado a su presencia, a sus silencios, a sus risas y que daría todo lo que tenía para que eso durara siempre, se había hecho un hueco en su corazón y no quería que saliera de él.
La miró a los ojos y Estela se estremeció, Nacho le gustaba pero no quería estropear la relación que se había establecido entre ellos, se lo debía todo, su alegría, su trabajo y su estabilidad, hacía mucho tiempo que alguien no le hacía sentirse tan bien, entonces Nacho le quitó un mechón de pelo que le caía sobre los ojos y cogiéndola de la barbilla, acercó su boca y la besó tiernamente, con una dulzura que desarmó a Estela, cuando él se separó y empezó a disculparse fue ella la que se lanzó a su cuello y lo besó apasionadamente, con furia con prisa como si pensara que podría acabarse ese beso que tanto había deseado, se dejó llevar por las sensaciones y entre risas él la cogió en brazos y la llevó al sofá.
Allí la cubrió de besos y caricias y mirándola a los ojos le dijo:
- No sé como ha ocurrido pero me he enamorado de ti y quiero que esto funcione
ella lo abrazó y le susurró:
- a mí me pasa lo mismo así que tendremos que hacer algo, ¿no crees?
Entonces él se enredó en su boca, en su lengua y se dejó llevar por todo lo que estaban sintiendo............................. 

                                                       

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