miércoles, 19 de febrero de 2014

Viejas fotografías.


Aquella tarde de verano, mientras buscaba viejas fotografías para mi nuevo álbum , encontré unas cartas amarillentas, atadas con un lazo verde. Al principio las dejé a un lado y seguí rebuscando entre viejas fotos olvidadas, fotos que me contaran historias de mis antepasados, de la vida que llevaban. Creí que sería un buen proyecto para el instituto, y también saciarían mi curiosidad, sobre todo por saber de la abuela, a quién nunca nombraban, ni mi madre, ni mis tías, ni mi abuelo, era como si nunca hubiera existido. Siempre había sido un misterio, y estaba dispuesta hacer todo lo posible para que dejara de serlo.
Después de rebuscar un rato entre montones de cajas llenas, hubo una que me llamó la atención, aunque en realidad, no era una caja como las demás, era un cofrecito con una cerradura, intenté abrirlo y descubrí para mi descontento que no podía, tendría que pedirle ayuda a alguien si quería abrirlo, pero ¿a quién?
De repente pensé en Javier, él me ayudaría, le gustaban los misterios , y aunque esté feo que yo lo reconozca, lo cierto es que sentía debilidad por mí.
Nos conocíamos desde siempre, desde que tengo uso de razón, él ha estado en mi vida, en todos mis momentos importantes, era mi amigo más fiel.
Lo llamé por teléfono y al cabo de un rato, ya estaba en mi casa ayudándome con el dichoso cofre. Con mucha paciencia, consiguió abrirlo sin romper la cerradura, y cuando lo abrió, lo que encontramos dentro nos dejó a los dos sorprendidos y sin entender nada.
Había una alianza con una fecha, 17 enero 1968, una foto de una mujer guapísima, y en el reverso un nombre, una dirección y un año :  Fátima,  Avda Aljazaer, 10 Tetuán, Colegio español "Jacinto Benavente" 1983

Hablé despacio con Javier y le expliqué lo que me proponía, cuando estuvo al tanto de todo, decidió que me ayudaría en lo que pudiera.
Lo primero que hicimos fue buscar si aún existía ese colegio, y si tenía un número de teléfono al que llamar.
Llamamos y nos cogió el teléfono una chica muy amable que nos explicó que allí solo trabajaba una chica que se llamaba Fátima, era la profesora de lengua española, y tendría unos 30 años. Preguntamos cuándo podríamos hablar con ella, llamábamos desde España, y quedamos en que llamaríamos al día siguiente a las once de la mañana.
Al día siguiente, esperé con impaciencia que llegaran las once de la mañana para llamar a Tetuán. El teléfono emitió la señal de llamada y tras unos instantes una voz suave y dulce contestó al otro lado.
Sí soy Fátima ¿dígame?, le conté que la llamaba desde Madrid, mi nombre, mis apellidos y porqué la buscaba.
Cuando se lo conté, ella ató cabos, la Fátima que buscaba no era ella, sino su madre, pero esta había muerto hace unos años.
Quedamos en vernos en persona, y ella viajó a Madrid, entonces me explicó que mi abuela, su madre, había huido a Tetuán después de enamorarse de un amigo de la la familia, tuvo que dejar a mi madre y a mis dos tías con mi abuelo porque no le permitieron llevárselas, ni saber nada más de ellas. Con el tiempo tuvo a su otra hija, y ahora ella me estaba contando la verdad de lo sucedido, que el único pecado de mi abuela fue enamorarse de otra persona estando casada, y que el misterio, sólo era el silencio de mi abuelo al no saber como explicar lo ocurrido.......


                     


                 

No hay comentarios:

Publicar un comentario