viernes, 28 de febrero de 2014

La tumba del bosque.

El sol se dejaba ver entre las copas de los árboles mientras Enma, jugaba con su perro Ghost, la tarde de primavera era la idónea para pasear por el bosque y descubrir nuevos senderos y riachuelos, sitios maravillosos y secretos donde sentarse y leer un buen libro.
Vivía en un  maravilloso pueblo de Irlanda, Inistioge,  y desde siempre había oído hablar de la casa maldita, las ruinas de Woodstock, una vieja mansión abandonada con unos jardines espléndidos que se alzaban en la parte alta del pueblo,  recorrió un buen trecho y se adentró sin miedo por un sendero que no había visto nunca, a pesar de haber recorrido el bosque desde que era una niña. Al cabo de un rato, tropezó con algo y al mirar hacia abajo se quedó sorprendida al ver una tumba en medio del bosque, ¿de quién sería?, ¿sabría más gente que estaba allí, o habría sido la primera en descubrirla después de mucho tiempo?
Se arrodilló y limpió las letras para poder ver la inscripción y la fecha.
Que raro, sólo ponía una B y los años 1875-1889, quien fuera, chico o chica había muerto a la edad de catorce años. Junto a la lápida vio un ramo de flores secas y algo brillante que sobresalía de la tierra, era una llave antigua, la cogió y pudo ver que tenía grabado un número, el número seis.
Volvió a casa con la llave en el bolsillo y pensando en pasarse por la biblioteca pública para mirar en la hemeroteca las necrológicas del archivo histórico.
De todas formas, antes de llegar a su casa, decidió llegarse a casa de su tía Emily, una anciana entrañable de ochenta años, que vivía sola y seguía manteniendo una memoria envidiable. Era la hermana mayor de su abuela, y siempre había vivido en  Inistioge, seguro que ella sabría algo de la historia de Woodstock, y de quién había vivido allí.
La encontró frente a la chimenea, y ésta la invitó a tomar un té, después de charlar del tiempo y de como se encontraba de salud, Enma decidió preguntarle sin rodeos, tía vengo del bosque y he encontrado una tumba con una inicial y una fecha, ¿usted sabe quien vivió en esa época en la mansión Woodstock?
Emily hizo un esfuerzo por recordar, y le comentó que la casa era de una familia que tenía tres hijos y una hija, que hubo una tragedia, según comentaban los ancianos de la zona cuando ella era una niña, pero que no sabía con certeza que había pasado, y que de la tumba del bosque era la primera noticia que tenía.
Al cabo de un rato se despidió de su tía y se encaminó hacia la Biblioteca, saludó a Rossy la bibliotecaria y buscó en el archivo histórico las necrológicas, no encontró nada y decidió buscar al pastor de su iglesia, quizás en los archivos de la iglesia podría encontrar algo.
Su búsqueda fue también infructuosa. Ya en su casa se preparó una copa de vino y se dispuso a corregir los examenes de sus alumnos frente al calor de la chimenea, cuando terminó volvió a sacar a Ghost, y después de darse una ducha se metió en la cama.
En mitad de la noche se despertó sobresaltada, había tenido una pesadilla que parecía tan real, que aún temblaba de miedo. En ella un niño manchado de sangre le pedía que le ayudase, que no podía irse sin ella, que por favor no lo dejara sólo. Dejó la luz encendida e intentó volver a dormirse, cuando amaneció, Enma todavía estaba despierta.
Se levantó y se preparó un café, mientras se lo tomaba en la cocina, pensó que lo único que le quedaba por hacer era ir a las ruinas de la mansión y mirar si encontraba algo, según se divisaba desde fuera, algunas estancias aún se conservaban aunque había  peligro de que algo se derrumbara debido a su estado de abandono.Se vistió con un grueso jersey de lana, unos vaqueros y unas botas resistentes, ya que la noche anterior había llovido, estaba todo lleno de barro y lo último que quería era caerse y no poder asistir el lunes a sus clases.
Dejo a Ghost en casa y se encaminó hacia Woodstock, cuando llegó a la vieja verja oxidada, pudo entrar a través de ella porque no estaba cerrada del todo. Atravesó los jardines que aún guardaban parte de su esplendor y entró por una ventana abierta. Lo que encontró le puso el vello de punta, lo que antaño debía de haber sido una magnífica casa, estaba ahora completamente abandonada, con ventanas, puertas, y chimeneas destrozadas, cortinas echas jirones y polvo y telarañas por todos lados, siguió recorriendo el resto de las estancias del piso bajo, y no encontró nada, decidió subir al piso de arriba, puso  el pie en el primer peldaño de la impresionante escalera de madera, ahora medio destruida por la carcoma y el paso del tiempo, las tablas empezaron a crujir y Enma aceleró el paso para subir lo antes posible, la panorámica que ofrecían los dormitorios era desoladora, papeles pintados colgaban de las paredes, y en un dormitorio había una pequeña cuna y algunos juguetes abandonados.
Desanimada por no haber encontrado nada, encendió la linterna y subió decidida al desván, allí encontró muebles antiguos, cochecitos de bebé , algunos baúles y una cómoda infantil bien conservada, que estaba tapada por una sábana roída por las ratas y llena de polvo, se fijó detenidamente en ella porque los doce cajones que tenía, estaban numerados y tenían cerraduras. Se metió entonces la mano en el bolsillo y sacó la llave que había encontrado en el bosque.
Abrió con dificultad el cajón, y sacó un pequeño diario escondido dentro de una caja, en él había recortes de un periódico de 1889, la noticia relataba la extraña desaparición de una niña, se llamaba Bárbara, tenía catorce años y sus padres los señores Woodstock, estaban desolados por la tragedia.
Cogió el diario, bajó rápidamente del desván y no paró de correr hasta que llegó a su casa. Ya en la seguridad de su hogar, empezó a leerlo, pertenecía a Adam Woodstock el hermano menor de Bárbara, al principio Enma empezó a aburrirse, era el típico diario de un niño de unos siete años de finales del siglo XIX en el que relataba sus peleas diarias con sus hermanos, sus juegos infantiles, anécdotas con su institutriz, y con los demás miembros del servicio, sólo al final del diario en sus últimas páginas Enma descubrió el misterio de la tumba del bosque, Adam narraba como una noche en la que no podía dormir, se levantó y encontró a su padre y a su hermana al filo de la escalera discutiendo, él intentaba acariciarla y ella al intentar zafarse de sus manos, tropezó y se cayó rodando escaleras abajo.
Su padre bajo corriendo al lado de su hermana, pero Adam pudo ver que su hermana no se movía y como de su boca salía un pequeño hilo de sangre. entonces su padre la cogió en brazos y la sacó  de la casa, fue la última vez que la vio, días más tarde sus padres le comunicaron que su hermana había desaparecido.
Enma no podía dejar de llorar, las lágrimas corrían por sus mejillas sin control, cuando comprendió la tragedia de la niña y de su hermano, testigo accidental de las perversidades de un padre.
Cuando se calmó supo que tenía que poner su descubrimiento en manos de la policía, ellos sabrían que hacer con los restos que escondía la tumba del bosque.


       


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